... Sé que es complejo el volver a sentir mientras aún se siente algo más fuerte, es difícil y al principio me resignaba a que no quería "traicionar" ese amor que ahora era un vacío con un eco gigante. Lo sé, quizás tuve alguna vez la esperanza de volver a llenar ese hoyo con lo que antes alguna vez hubo, tuve alguna vez aquella absurda ilusión de que todo volvería a ser como antes. Obviamente nada de eso pasó y no me siento decepcionado de ello, todo lo contrario.
Han pasado ya cuatro meses en los cuales siento que he crecido bastante, lo que sentí aún lo siento sólo que ya no me es trascendente en el presente ni tampoco interfiere en mi constante deambular por los días, salvo uno que otro instante en el que imágenes llegan, olores aparecen y el sentimiento florece con algunas lágrimas, pero ya no es constante, ya no estoy triste, ya no estoy mal.
Hoy me llamo tranquilidad y sigo caminando en silencio, me agrada cubrir mi mirada a través de aquellas gafas que tan bien se me ven, me agrada ir paso a paso con mi vida e ir progresando poco a poco. Mi vida académica está progresando; Mis notas están mejorando bastante de la misma forma que lo que absorbo, mi opinión es aún más crítica y quizás hasta más conservadora frente a la vida (jamás desenfocando mis ideales, sólo madurándolos). Creo que voy bien, voy avanzando bien, voy tranquilo pero voy muy seguro de lo que estoy haciendo, cada vez amo más lo que hago pese a haber pasado por una etapa de desmotivación en la cual mi rendimiento era totalmente mediocre.
Sumándole acontecimientos de la Universidad a esto: Conocí a alguien que me ha hecho aprender más de la vida y mirarla con ojos más jóvenes e inocentes, incluso me siento partícipe de su proceso de formación académica de la difícil adaptación del primer año. Es bastante interesante esta nueva etapa ya que pese a sentirme algo inseguro, en poco tiempo ésta persona ha logrado enternecerme a tal punto de que ambos nos dijimos al mismo tiempo -con miedo- "te quiero". Es agradable y cálido volver a sentirse así. No miro con despecho o reproche los meses anteriores, sólo miro hacia adelante sin importar lo que pase después, sólo rescato una frase que ésta persona me dijo hace poco tiempo: "Es bonito verte reír" .
Sé que es complejo volver a sentir algo siendo que ya hay un sentimiento previo por un fantasma del olvido. Pero nadie ha estipulado aún que el sentir humano sea básico; Es complejo pero no menos interesante ni menos importante.
Han sido bonitos días y grandiosas semanas en las que ya no tirito al momento que en clases me nombran para decirme alguna nota, todo lo contrario. Bonitos días y excelentes semanas en las cuales un beso ya no era sólo esperando algo sexual y banal para luego fumar un cigarrillo y despedirse para no volver a verse. Bonitos días y grandiosos meses en los que he estado con mis amigos cada vez afiatándonos aún más, siempre estamos los unos para los otros en las malas y en las buenas, somos un círculo cerrado y me agrada que así sea, sin ustedes habría sido (más) difícil todo.
Y lo sé, es bonito verme reír otra vez.
Edit:
Sensaciones que sólo duran una semana, un cigarrillo consumido o la extensión misma del invierno.
31.5.12
2.5.12
1.5.12
53. Imagen
...de repente fue cuando el cielo dejó ver todas aquellas nubes que decoloraban el mismo color celeste que minutos antes lo adornaba, fue cuando veía imágenes que transitaban frente a mi en ese preciso segundo del mes de Abril. Imágenes que se volvieron incoloras, inertes y uniformes. Estaban en ese momento en el lugar que deberían haber estado, sólo deambulaban sin mucho que hacer y sin mucho dónde mirar (sin mucho que pensar ni que sentir), así como un cadáver en un cementerio vacío o un caballo galopando libre en el campo.
Las nubes se pintaron de agua y ya el paisaje no fue la misma máquina que hace segundos muertos, las hormigas se escondieron caminando en filas y los perros contando las gotas que caían. Yo estaba parado ahí mismo, estaba ahí, sabía que estaba ahí o por lo menos eso es lo que recuerdo porque también caminaba solo sobre un asfalto que adornaba el vacío, caminaba a no-sé-dónde pero recuerdo las sensaciones de cuando todo sucedió, recuerdo de haber acariciado mis esqueléticos dedos con el afán de entibiarlos para coger un cigarrillo de mis paquetes y humear como locomotora en el invierno mientras avanzo por los solitarias y mojados espacios de por acá.
Una lluvia de colores pintaban las luces que sigilosamente comenzaban a salir por la tarde, las gotas seguían cada paso amorfo que empapaban mis zapatos negros mientras que ni yo mismo sabía dónde ir en esos momentos. Sabía que caminar era la solución para evadir aquellos lapsos de silencios que en mi mente resonaban con más frecuencias, cada vez eran más fuertes e hirientes. Sabía que la lluvia de alguna u otra forma limpiaría aquellas lágrimas secas que impregnadas estaban dando forma a mis ojeras. Sabía que en esos momentos las palabras de la lluvia susurraban conceptos que aún no conocía, conceptos que con el tiempo he ido aprendiendo, conceptos que me han hecho sentir mejor. La lluvia coincide siempre con mi ánimo; coincide siempre con mi descolorido aspecto o el carente aroma que desprende mi mirada pese que mi esencia jamás nunca desaparece.
Ya la tarde comenzaba a avanzar mientras que daba cuenta de lo lentos y escasos que fueron mis pasos, disfruté la estabilidad de la imagen, la quietud de la inamovilidad y ahí fue cuando de repente comencé a hablar y el silencio se tornó incómodo y monótono, ya el momento se había alejado y fue cuando el trayecto de la puerta a la salida de mi casa perdióse distancia y relevancia como una minúscula gota pegada al pasto.
Las nubes se pintaron de agua y ya el paisaje no fue la misma máquina que hace segundos muertos, las hormigas se escondieron caminando en filas y los perros contando las gotas que caían. Yo estaba parado ahí mismo, estaba ahí, sabía que estaba ahí o por lo menos eso es lo que recuerdo porque también caminaba solo sobre un asfalto que adornaba el vacío, caminaba a no-sé-dónde pero recuerdo las sensaciones de cuando todo sucedió, recuerdo de haber acariciado mis esqueléticos dedos con el afán de entibiarlos para coger un cigarrillo de mis paquetes y humear como locomotora en el invierno mientras avanzo por los solitarias y mojados espacios de por acá.
Una lluvia de colores pintaban las luces que sigilosamente comenzaban a salir por la tarde, las gotas seguían cada paso amorfo que empapaban mis zapatos negros mientras que ni yo mismo sabía dónde ir en esos momentos. Sabía que caminar era la solución para evadir aquellos lapsos de silencios que en mi mente resonaban con más frecuencias, cada vez eran más fuertes e hirientes. Sabía que la lluvia de alguna u otra forma limpiaría aquellas lágrimas secas que impregnadas estaban dando forma a mis ojeras. Sabía que en esos momentos las palabras de la lluvia susurraban conceptos que aún no conocía, conceptos que con el tiempo he ido aprendiendo, conceptos que me han hecho sentir mejor. La lluvia coincide siempre con mi ánimo; coincide siempre con mi descolorido aspecto o el carente aroma que desprende mi mirada pese que mi esencia jamás nunca desaparece.
Ya la tarde comenzaba a avanzar mientras que daba cuenta de lo lentos y escasos que fueron mis pasos, disfruté la estabilidad de la imagen, la quietud de la inamovilidad y ahí fue cuando de repente comencé a hablar y el silencio se tornó incómodo y monótono, ya el momento se había alejado y fue cuando el trayecto de la puerta a la salida de mi casa perdióse distancia y relevancia como una minúscula gota pegada al pasto.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)