Es un año, una fecha extraña y deforme, pero fue esa noche en la que unimos los destinos, nacimos de la casualidad del alcohol, de la casualidad de las lágrimas, de la casualidad de los desamores, de la casualidad de la nada misma que nos juntó aunque no de inmediato. Ambos teníamos que volver a caer para encontrarnos en el suelo por última vez, ambos debíamos besar a la persona equivocada, ambos debíamos sufrir por aquél cuerpo que nos abrazó pero que no tenía calor, un cuerpo que no trascendió, que se encontraba en el fondo de una caña de vino y que al día siguiente no recordáramos por la resaca.
Pasaron tantos nudos en la garganta antes de que realmente nos conociéramos, después de que nos besáramos, antes de que nos miráramos. Ya no recuerdo cuántos, no sé cuántas veces habré escapado de mí mismo e imagino cuántas veces también lo hiciste, sé cuán solos nos solíamos sentir. Cuán perfumados de tristeza éramos. El glamour de la desesperanza.
Un año del que recuerdo todo, del que no me arrepiento de nada y del que he aprendido mucho y llorado poco.
No nos conocimos en el mejor momento de nuestras vidas, nuestros ojos aún tenían lágrimas secas y las marcas oscuras de la soledad que cubríamos con maquillaje, pese a eso seguíamos siendo apuestos. No me sentí feliz de haberte conocido, no me importó en lo absoluto dentro ese instante, sólo quería seguir bebiendo de tus besos y embriagándome con ellos después de haber fumado con mis dedos impregnados con las partículas de tu cuerpo.
No me sentí feliz de haberte conocido ayer, pero hoy todo es distinto, hoy celebro aquella primera casualidad, hoy eres de mí y me siento feliz. Hoy no es igual que ayer, ya no hay lágrimas, ya no hay fantasmas, ya no hay dedos fríos ni ojos apagados, sólo cuerpos tibios y labios que son sólo para el otro. Te amo hoy, agradezco el ayer, ya que gracias a éste nos encontramos después de haber estado tan perdidos en el laberinto con un sólo camino. Un laberinto sin salida. Éramos y estábamos. Solíamos ser y estar. Un día ayer no fue igual.
No creo que haya sido casualidad que nuestros dos caminos se cruzaran en la mitad de ésta carretera que es la verdad, la mayoría de las veces sólo da soledad.
De pronto te amé. De pronto solíamos ser algo tan diferente que hoy sólo somos un recuerdo del ayer que vencimos. De pronto somos hoy, de pronto seremos mañana.
Gracias por ser mi mejor casualidad, mi mejor hoy y esperar el amanecer de nuestro mañana.
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