13.5.14

76. Pies a la rastra.


 Entonces ante el porrazo de una te pusiste de pie,
no quedaba vino blanco y preferiste irte a dormir. 
La cama grande está caliente, 
tu mujer descansa bajo las sábanas.
La casa grande está en silencio 
pero tu no puedes dormir.

Llega el día siguiente y el subsiguiente, 
pasan de a poco y tus pensamientos gritan;
entre la madera que picas para el invierno,
entre los asados que haces para dos,
entre la bulla del tren que te asomas a mirar.
Prendes un cigarrillo.
Paso a paso por el jardín 
te veo caminar a ratos,
te escondes para descansar y pensar,
me escondo para admirarte
porque cada día que pasa siento que te alejas más.

No te culpo,
me apeno porque los días pasan 
y no asumes que el sol se esconde para salir otra vez.
¿Recuerdas el auto que querías construir? 
Sé que puedes hacerlo,
sé que soy el único que confía en ti,
me encantaría cumplir tus sueños
de igual forma que tú realizaste tus metas.

Llevo en mi sangre orgulloso 
un linaje noble
que no necesita de un título,
porto entre mis recuerdos
las vivencias que me has contado siete veces cada una,
tus pasos entre mis recuerdos,
y la vida que pasó volando ante tus ojos.

Pies a la rastra levantando el polvo de la tierra,
a regañadientes sigues caminando
y de repente te detienes a fumar,
no te culpo y te acompaño,
te miro-mirar y me dices que estás observando,
valiosos tus pensamientos que aún esconden sueños
que a veces concluyen en risas,
otras sólo apagas el cigarrillo en silencio.

Llega el día siguiente y el subsiguiente, 
pero no te detengas sólo a mirarlos,
porque pese a que caminas con tus pies a la rastra
aún te quedan mil pasos por dar.



D.L-R


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