27.6.15

89. [IN] finito.

Estoy ebrio, no es una novedad que lo esté, creo que lo infinito nunca es infinito, es sólo finito y no veo fruta y té al desayuno, sólo un café que tiene cuatro cucharadas y que ya no es amargo como antes. Pero eso sólo es durante la semana, los fines de semana lloro un poco y veo fotos viejas, fotos que pude haber tomado mejor, fotos que me gusta ver para sentirme allí. Eso me pasa con todo lo que amo, cuando leo también me siento parte de dicho contexto que estudio, pero me siento solo, me veo en alguna calle de Santiago, entrando a una pulpería o tomándome un trago, veo los procesos judiciales desarrollarse, esos que tanto amo y que tantos dolores de ojos me producen. Inventarme mundos es triste, escuchar un te amo es triste, estoy ebrio y también los digo al vacío. Lloro un poco, sólo un poco. 

El te amo más triste es el que dices estando lejos, cuando lo dices a través del teléfono y se escucha el sonido de las copas chorreando alcohol por doquier. Extraño aquellos te amo que me miraban a los ojos y me derretían entero. Esos te amo en la madrugada antes de dormir o al despertar. Esos te amo que me penetraban el corazón y producían sonrisas estúpidas que no podía borrar durante el día. Extraño mucho esos te amo que me acompañaban durante un mal día, o un buen día. Ésta semana fue difícil, pero incluso los desconocidos me hicieron sentir un poco mejor, sólo un poco, porque preferí dormir harto, así no recuerdo nada más que mis sueños feos cuando despierto. 

Me gusta beber pero no tengo "problemas con el alcohol", me siento un poco más solo, un poco más relajado y canalizo mi pena en la música, o las fotos viejas que pude haber tomado mejor. Las fotos también tienen su soundtrack, por ejemplo, ahora mismo suena Rafaella Carrá ("vuelve") y lloro un poco, sólo un poco. No entiendo por qué después de siete meses me siento igual que en diciembre; triste, solo, traicionado, estúpido. Creo que no te mereces esto, porque tampoco siento que lo merezca. A veces pienso que soy un buen chico aunque en este último tiempo haya hecho daño a gente buena, por eso pienso que a veces soy bueno, porque he hecho daño sin saber, porque siempre has estado en mi corazón, y porque aunque ha pasado harto tiempo, me siento toda vez infiel cuando beso y no es a ti. No me arrepiento, no te mereces que lo haga.

Soy un buen chico, sólo un poco...



14.6.15

88. Avanzar


1. Querer avanzar. 
2. Pretender avanzar. 
3. Comenzar a avanzar.
4. Caerte mientras avanzas
5. Finalmente avanzar.
6. Tropezar avanzando. 
7. Confundirte cuando te ves avanzando.
8. Caminar y avanzar.





Ergo, avanzar no quiere decir, en todos los casos, superar algo/alguien, sino que superarte a ti mismo, la palabra, entonces, no es "avanzar", es "crecer". Estoy listo, estoy seguro, igual que ayer, igual que siempre.

10.6.15

87. Me gusta.

Me gusta caminar por Santiago cuando hace frío, también por Concepción. En ambas ciudades procuro perderme a veces, pero toda vez sigo las particularidades del camino; me gusta conocer. Santiago y Concepción son lugares bastante amplios y de repente tienden a comprimirse en función de lo que pretendo seguir en caminos conocidos-desconocidos. 
Me gusta caminar solo o acompañado, por lo general camino solo, pero me gusta estar con alguien que comparta aquel bichito por el comentario al edificio antiguo, a la gárgola de aquel, o al escudo ese. Me gustan los árboles en otoño y las hojas entre adoquines de invierno, el cielo gris y las nubes cuando está despejado. Todo me genera un ambiente propenso a un contexto personal e individual de amor y odio por las calles llenas de vestigios esperándome. 
Me gusta la lluvia de Concepción, no así la de Santiago. La de Concepción es fría y no perdona ningún espacio, el agua golpea fuerte y en algunas ocasiones corre un viento rico que hace bailar a las gotas, ninguna es igual a la otra. La de Santiago es aburrida, me gustan las consecuencias de ésta, eso sí, me gusta ver el cielo despejado cuando deja de llover, o las hojas mojadas en el suelo que la gente pisa sin honor de su belleza. Me gusta el perfume de ambas, y la gente alterada por ellas. Me gusta el olor a humedad en la micro pequeña de Concepción, y los vidrios empañados cuando están dibujados, pero me asquea el olor a humedad en el Metro de Santiago y la gente con actitud prepotente subiendo a los coches. 

Me gusta caminar por Concepción en cualquier época del año porque la gente no camina tan rápido y la ciudad tiene más particularidades que me entretienen, como los distintos colores en las ropas, o los edificios similares entre sí, o un barrio bien bonito, ese que está cerca de la estación Andalién, que se conserva como en aquellos días que albergaban a los obreros y se les veía caminando sobre adoquines llegando a sus habitaciones. Me gusta que Santiago tenga barrios antiguos, pero detesto que estos estén en manos de inmigrantes, o son locales de comida barata e insalubre, o los transforman en algo que no se asimilaba a la construcción original del siglo XX. 
Me gusta detenerme a tomar una foto a lo que sea, me gusta que alguien me de aquel dato freak que no conozco, o a la inversa. Me gusta en Santiago ir caminando por el centro y que me den ganas de entrar al Museo Colonial San Francisco, aunque lo conozco completo, nunca deja de sorprenderme, además me gusta estar harto rato sentado en la fuente central y ver a los peces, y esperar el sonido de las gallinas y luego el pavo real, casi como una rutina. Me gusta en Concepción pasear por aquel parque en donde antes corría un tren infantil, y luego subir al cerro. 

Me gusta la buena compañía y que ésta no sólo se encierre o limite a algún aspecto de la cotidianidad, me gusta ir a comer a cualquier lugar cuando me da hambre; una hamburguesa en Burger King, o un Italiano en algún negocio pequeño. Me gusta compartir buenos momentos con buenas personas, me gusta saber escogerlas y me gustan los adoquines, me gusta estar tranquilo por fin y decirle adiós a algunas personas tóxicas, me gustan las hojas de otoño y guardar entre algún libro las más lindas. Me gustan los faroles encendidos y la Estación (Alameda) Central para ver los trenes. Me gusta viajar, y me gusta sentir que estoy avanzando, me gusta que ya no hayan lágrimas en mis ojos y un nombre en mis labios, me gusta saber qué quiero hacer con mi vida y que estoy logrando cosas para mi futuro. Me gusta ir a Parque Arauco luego de clases y me gusta ir a buscar a mi papá para que nos tomemos un café después. 

Me gusta mucho caminar por Santiago y por Concepción, aunque nací en una y me enamoré de la otra, en ambas tengo bonitos recuerdos, pero no viviría en ninguna de las dos. Me gusta Puerto Varas  (Llanquihue) y Valdivia para vivir. Finalmente, me gusta prender un cigarrillo en cualquier parte en donde me encuentre, sentarme en algún lugar con mucha gente y verlos pasar, ver sus cotidianidades y particularidades suponer cosas de estos personajes.
Me gusta ser yo, me gusta estar tranquilo, me gusta tener metas y caminar, me gusta conocer, aprender y aprehender, me gusta tener pocos (y buenos) amigos, me gusta dejar lo malo atrás y de pronto comenzar a avanzar, equivocarme, y nuevamente volverme a parar. 

1.6.15

86. Un día de aquellos.

Un día abrí mis ojos y roncabas a mi lado. 
Un día abrí mis ojos y te vi en una fotografía que acababa de tomar. 
Un día abrí mis ojos y te vi ebrio afirmándome y llevándome en casa. 
Un día abrí mis ojos y luego lloré después de una carcajada (esas de aquellas).
Un día abrí mis ojos y te fuiste temprano porque tenías cosas que hacer.
Un día abrí mis ojos y olí a café y tostadas con mantequilla.
Un día abrí mis ojos y te miré bien luego de haberte preguntado "¿estoy soñando?".
Un día abrí mis ojos y te molestaste porque prendí un cigarrillo.
Un día abrí mis ojos y nos reímos de esa vez que te caíste (o te boté).
Un día abrí mis ojos y te llamé en el mismo momento en que salí de mi primera clase en UNAB.
Un día abrí mis ojos y te tomé muchas fotografías (y vídeos) cuando jugaste un partido importante.
Un día abrí mis ojos y me molesté por cómo cuidabas los discos que te obsequié.
Un día abrí mis ojos y tuve mucho miedo de conocer a tu madre.
Un día abrí mis ojos y me emocioné cuando fuiste a buscarme a ARCIS (todas las veces).
Un día abrí mis ojos y moría del frío esperándote en la noche después de la clínica jurídica.
Un día abrí mis ojos y tu sonrisa llenaba todos los vacíos que tenía (desde el primer al último día)
Un día abrí mis ojos y me encontraba besando el cuerpo de otra persona pensando que era el tuyo.

Un día cerré mis ojos y tu pie rozaba el mío antes de dormir.
Un día cerré mis ojos para sentir tus dedos que bailaban en todo mi cuerpo.
Un día cerré mis ojos cuando me acosté en tu pecho. 
Un día cerré mis ojos cuando vi tus zapatos café sobre hojas secas y adoquines.
Un día cerré mis ojos porque me diste las galletas con chips más deliciosas del mundo.
Un día cerré mis ojos porque me enojé por alguna estupidez que no recuerdo. 
Un día cerré mis ojos cuando conocimos aquella pastelería que tanto nos gustó.
Un día cerré mis ojos cuando gritábamos las canciones de Nicole en el metro.
Un día cerré mis ojos en la Estación Central imaginándonos a ambos viajando en tren.
Un día cerré mis ojos cuando fuimos a "Huaso Carlos" luego de mucho tiempo.
Un día cerré mis ojos cuando cocinaste pescado y después de diez años quise comer carne.
Un día cerré mis ojos y me burlé de ti por todas las veces que te vencí en Mortal Kombat.
Un día cerré mis ojos y hasta el último día mis errores me pesaban cuando te besaba.
Un día cerré mis ojos cuando nos cortaron aquella película en la Católica.
Un día cerré mis ojos después de haber ido a ese local de sushi que tanto amamos.
Un día cerré mis ojos y nos veía tomados de la mano ya muy viejos.
Un día cerré mis ojos cuando preferiste decirle "te quiero" a otro hombre y no un "te amo" a mi.

Un día en un abrir y cerrar de ojos ya no estuviste nunca más.