Ya el cielo se ve acostumbrado a adivinar mi presencia bajo estos fríos días grises cubiertos de lluvia. Es casi normal, casi cotidiano, digo casi porque no todos los días son así, son diferentes cielos que me visitan, son diferentes sombras, son diferentes nubes y diferentes luces, yo les doy la bienvenida de todas formas, siempre cautelosas advierten mi presencia y se lucen para cautivarme y conquistarme por completo. Creo que no necesitan lucirse porque me atraen en una forma unidireccional, es en mi pueblo, es en mi Talcamávida ésta semana en el mes de agosto.
Los días son cortísimos, no me doy cuenta cuando el cielo deja de ser azul (o gris) para vestirse de negro, me aterra el tiempo, me aterra el hecho de que los días pasen tan rápidos por mi pueblo, casi pasan a la misma velocidad de un tren con dirección al puerto de Talcahuano, o en dirección contraria, más al sur, donde el pasto es más verde y la vida es más simple y bella, donde no existe una urbe maligna que carcoma el color del óxido, no existen personas que quieran vivir rápido para ser ancianos tan pronto. Son personas que son hombres y mujeres comunes y corrientes, personas fuera de una Polis, fuera del vírus de la ciudad contaminante y mediocremente "progresista".
¿Cómo no amar el campo?, ¿existirá alguien tan envenenado que la ciudad llame a sus preferencias geográficas?. Quizás aquellas personas telegrafían sin conocer el destinatario, hablan maravillas de sus luces artificiales y nunca han visto el glamour de un día verde, un día simple, un día común y corriente en donde un David, o un anciano cualquiera caminen en contra del tiempo y a favor de la belleza rústica. Si existiese un castigo fatal para esa gente pediría que fuese en el campo, vivir en el campo.
Estos días han estado repletos de lluvia y cosas-que-hacer. Hoy mi destino fue Omer Huet, un taller de "reparación" de trenes, una verdadera y penosa morgue, un cementerio de leyendas e historias que pasan desapercividas entre el óxido y el abandono. Es tan triste recorrer aquellos coches que desde pequeño conocieron mi amor y pasión por los ferrocarriles Chilenos, es tan penoso ver el deterioro del tiempo y el poder del desinterés económico. La geografía de mi Patria no podría haberse conquistado si no fuese por el ferrocarril (digo conquistado no con un afán de dominación, sino rescato y recalco el hecho de que sin el ferrocarril ningún pueblo habría existido). Como dicen por ahí: "La basura de algunos es el tesoro de otros", y esa frase es tan exacta como mi bigote rubio. La sociedad no cuida el patrimonio más que una comunidad, no existe una sociedad patrimonial, sino que éste tipo de sociedad acoge el término de "pseudo-modernista". Se construye hacia el futuro olvidando el pasado, reprimiendo el presente que se construyó forjado por la historia. Aborresco que la gente llore después lo perdido. Que recuerden "lo bonito que era algo" si no cuidan ni recuerdan las piedras del olvido. Aborresco el presente y el pensamiento hacia el futuro.
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