"Ocasiones me figuro que soy de veras un árbol".
Tranquilo y oportuno descansa entre la multitud verdosa un árbol como cualquier otro y relevante como los demás, sin diferencia alguna, sin diferencias absurdas. Un árbol que el silencio enternece y entristece con la soledad del murmullo de las visitas. Está semi dormido esperando el llamado del viento, pero ya las hojas con la fuerte y constante lluvia se han esparcido tanto en la tierra húmeda y barrosa dejando sin vestir la desolación de la ya inexistente fragancia de la compañía.
Las aves aletean a su alrededor y pasan como si no existiése, vuelan sobre su cabeza y sólo distinguen la multitud, toda es igual, nada destaca ni nadie, sólo árboles sin sentir, sólo un montón de masa verdosa de diferentes tonalidades. Aquél árbol que el silencio enternece la lluvia ya lo ha dejado destruído, ya no vienen a cortar sus partes muertas, sólo está ahí para que ahí esté, para que decore un paisaje maravilloso, para que vea cosas que jamás nadie verá, sólo está ahí porque quiere estar ahí, así lo siente y así lo anhela, pero ya nadie viene a verlo, nadie extraña su color.
La tempestad del sol quebranta el silencio del paisaje. Aquél árbol hermoso sólo observa escuchando el silencio, ya no caen las gotas que le conversaban de noche, ya no sopla el viento que le quitó sus fragantes hojas. Sólo hay sol, un sol que lo quema y ahoga, un sol que desearía que no existiera jamás nunca (anhela la compañía de sus verdes hojas).
"Pobre árbol", diría alguien que lo admirara, "pobre árbol" diría alguien que lo extrañáse. Pero no le importa, porque es un árbol y agradece el serlo, no le gustaría ser otra cosa porque es hermoso, porque es realmente hermoso. No odia a la lluvia ni al viento por haberle despojado su apariencia, los odia porque juegan a las escondidas, se va constantemente e intermitentemente aparece sin aviso hasta que se va de repente. Ama ser un árbol solitario, ama estar de pie entre su paisaje, ama colorear la soledad y el silencio, sólo le gustaría compartirlo con todos quienes lo miran. Él llora por los ciegos pero sabe que algún día lo necesitarán.-
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