Ya, supongamos que es quince de diciembre, el sol sofoca nuestros cuerpos perleando nuestras cabezas de un sudor asqueroso e irritante. Claro, estoy en Santiago. En fin, volviendo al centro; estamos a quince; Hace dos días he dado mi Prueba de Selección Universitaria ... ¿Y?, no hay nada más inútil -quizá- que esta prueba, ¿qué sentido tiene leer, escribir y ejercitar un área que realmente no me interesa? (refiriéndome con odio, exclusivamente a matemáticas), no tiene sentido, yo entraré en cierto rubro en el cual la matemática se calcula a través de una calculadora, la cuál no me hace buscar como idiota una equis inexistente, o encontrar la medida compleja a una figura que realmente ... ¿Para qué me sirve eso?.
He dado mi prueba, me siento pesimista, sé que me fue mal y que no entraré a estudiar lo que quiero. Es quince de diciembre y con lágrimas en mis ojos, rabia contra la mosca que merodea el entorno, pienso qué hacer con mi vida ahora que me fue mal. La prostitución es una opción bastante loable, digna y por sobretodo muy bien pagada. El narcotráfico también lo es, incluso me permitirá conocer mi Chile querido ... Pero no, hoy quince no quiero nada, sólo me acostaré a dormir por varios días y sentirme como imbécil por no haber estudiado tanto como debí. Quizás pude quemar más mis encurvadas pestañas y enrojecer más mis ojos. Pude también crear más ojeras en donde el espacio oscuro está reservando su lugar dentro de unos años más. Quizás debí leer menos libros y enfocarme al cien por ciento en los estudios banales y tediosos. Pude hacer tantas cosas, pero ya es quince y realmente no sé qué hacer.
No perderé otro año, pero tampoco entraré a una universidad privada (estoy en contra de ellas y no confío en su enseñanza dentro del área humanista). ¡Ah!, también tengo la opción de estudiar en Villarrica, no me piden tanto puntaje, pero los ramos y la forma la cual están distribuidos no son de mi total agrado, menos el hecho de que sea la Pontificia Universidad Católica. Universidad de Concepción ... Tampoco me piden tanto puntaje, pero realmente no me sería cómoda, no es la institución que fue en su tiempo.
¡Rayos!, es quince, muero de calor y mi única compañía es éste ventilador (que tiene más de diez años) que seca mi sudor y lágrimas y mi fiel paquete de cigarrillos. He gritado un montón, pero la única solución ahora será dormir, o leer a mi escritora favorita; Virginia Woolf para acompañarla en su dolor, aunque puede que con ésta calor asquerosa y mi pena termine igual que ella; Muerta en un río. ¡Pero tampoco tengo río acá!, que fastidio, hasta para suicidarme de forma elegante hay problemas.
Necesito arriba de 670 en puntaje para estudiar Historia y Ciencias Sociales en la Universidad de Santiago de Chile (no tengo otra opción, más bien, no quiero otra opción institucional, es esa o ninguna) y he sacado muy por debajo de eso, he pasado casi todo el día revisando el puntaje, calculando, quizás se equivocaron (con lo mediocre que es la burocracia, no me sorprendería, por eso he revisado más de diez veces), puede que me de aproximado 670... Pero no, y eso me ha hundido más, una y otra vez, en cada segundo que pasa, todos son un letargo, llenos de lágrimas... "¡Yo realmente quería estudiar, realmente quería estudiar ahí, MALDITA prueba!", no paro de gritar esa consigna mientras la computadora reproduce el soundtrack de The Hours a cada momento, no paro de lamentarme, y lo peor es que sé que con eso no lograré nada.
Es quince de diciembre y no sé qué hacer, de seguro, me devolveré a mi pueblo y "disfrutaré" el verano, me bañaré en el imponente y seco Bio-Bio, veré los trenes pasar por fuera de mi casa y los fotografiaré, recorreré nuevamente el ramal a pie o en ferrocarril. Llevaré muchos libros y disfrutaré cada tarde cuando la fresca golpee mis ojos y estremezca mis brazos, erizados por el frío. Hablaré con mis abuelos acerca de las nubes y de todo tipo de cosas, discutiré con mi abuelo sobre su postura totalitaria y extrema-derechista (cosa que amo), al mismo tiempo que me sirvo una caña de tinto y brindo con él llamándolo Compañero (como en las guardias del saqueo). Eso haré, el mismo dieciséis, porque éste quince de diciembre sólo no quiero pensar, sólo quiero dejar de lamentarme y de sentir vergüeza.
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