5.2.11

22. Bostezo

Cuando la noche silente amortigua el descanso de las estrellas y el tibio viento desgloza la soledad de mi cuerpo inerte en tantas partículas inimaginablemente incontables, es cuando digo: "Fin del día".  
Mi cama se hace gigante con el vacío de mis pensamientos, el aroma que acostumbro desola mis frazadas y esconde la compañía de mi almohada asfixiada entre mis brazos.

Sórdidos segundos se apoderan de mi distancia propia; la tragedia en mis ojos a veces suele ser un océano de ideas incompletas, pero qué más da, por eso son ideas, porque son contradicciones y vacíos.
Sórdidos instantes en los que pienso mi sofoco; las ganas de escapar son inminentes, la tranquilidad de éste pueblo a veces me repele, pero es lo que amo, es donde me mimetizo y es donde más me gusta estar, lástima que mi gente esté tan lejos de mi cuerpo.

Han pasado los días rápidamente, me siento sonámbulo entre minutos en los cuales veo el día completo pasar frente a mis ojos, sin piedad, sin pena, me incomoda, pero ese es el ritmo al cual estoy "acostumbrado".



En estos momentos las palabras son tan latentes dentro de la oquedad de la noche que realmente bostezo de lo trivial de ellas mismas por si solas.

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