25.12.11

[Los segundos no hacen Tic-Tac] - 2010.08.21

Yo sí, si creo en la perfección, tanto individual, idealista, superflua, contextual, momentánea, y por sobretodo la perfección del sentir. No es menor que algo tan valorable, tan puro y mágico como un despertar, un dormir, o el cerrar los ojos y mirar a la otra persona a tu lado hacer lo mismo, observar cada sonrisa y detalle facial complementándolo con luces y sombras, colores, enfoques y desenfoques, se convierta en un momento tan acérrimo e indispensable en tu vida que no puedes dejar de mirar atrás sin dejar de observar lo que vendrá, con toda la seguridad de que existirá un siguiente segundo que llenar, y no de aire, ni de vino, ni de humo, ni drogas, ni sexo; sino que de "alguien".
Tengo veintiún inviernos en el cuerpo, en los que siempre miré por la ventana las gotas pegadas al vidrio monótonamente, quizás acompañado por un cigarrillo o por una botella de vodka, daba igual todo, realmente todo, que hasta la belleza era opacada con el brillo de mis lágrimas, mi medio de expresión fue la literatura, y cuando de ella no pude dar más descubrí la fotografía, eso me despejaba, desahogaba y la belleza que intentaba observar era capturada por mi lente.
Pero éste invierno fue totalmente diferente. Lo opaco no logré verlo ésta vez y los colores eran aún más nítidos, que hasta los grises y feos paisajes de Santiago me parecían cautivantes, la lluvia y las secas hojas por las calles daban un toque magnificente al ambiente, más si caminaban dos sombras juntas dejando sus huellas en el barro.
Las estaciones han pasado bastante rápido, el acalorado y sofocante verano nos cobijó y acercó, el bello y extraño otoño hizo que nuestras palabras sean hechos más concretos y el maravilloso y frío invierno nos ha hecho inseparables, quizás hasta indispensables. Como coches de trenes tirados al olvido a la espera de una locomotora que los remolque para así seguir su precioso viaje. Así.
Eres tan especial que hasta las estrellas deletrean tu nombre cada vez que ven tus ojos reflejados entre mis pestañas, o tus labios mezclándose entre mi cara chocando nuestras narices y compartiendo carcajadas.
No dejemos de vivir, dejemos que el cielo primaveral eduque nuestros pasos como lo han hecho ya todas las horas pasadas. Sólo toma mi mano y continuemos éste camino rural que ya ha visto todos los kilómetros que hemos conocido a través de la historia.
Ahora, subamos al tren, elige el coche que quieras, porque la ventana para admirar el paisaje es sólo nuestra.

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