15.12.15
6.12.15
94. You're the storm
Este año fue una mierda. No suelo concluir tan precipitadamente aunque hoy siento la necesidad de hacerlo. Quemar las naves siempre fue la idea principal de éste año pero la tormenta me azotó tantas veces que, hasta hace poco, me acostumbré a estar en el piso. Estuve desangrándome por mucho tiempo, tanto así que incluso bajé de peso. Bueno, en verdad ésta entrada no es para dármelas de mártir y decir cuánto he sufrido estos doce meses porque hoy quiero escribir sobre lo antagónico.
Hace algunos días leí La Última Niebla, había olvidado cuánto amo ese cuento (y a Bombal), de seguro ustedes ya lo han leído (de lo contrario léanlo, por favor). La cosa es que me pasó algo onírico hace unos pocos días (por eso recordé el texto): Desperté junto a la persona que amo. Creo que no imaginan cuántas veces soñé con eso, el poseer a ese hombre en mis brazos, mirar esos ojos tristes que se abrían contentos y sus manos que reconocían sus huellas en mi cuerpo. Sentir su olor al besar su mejilla izquierda, ese perfume al que siempre he definido como "el olor de tu cuerpo", para después besar sus labios. Quizás me quedé impávido mirándolo, no hubo prisa alguna porque éramos libres atrapados entre las sábanas y mi almohada bacán.
Podría describir todos los segundos que recuerdo de ese momento. Quisiera hacerlo, en verdad, aunque prefiero atesorarlos y documentarlos en mi sonrisa. Happysad es el concepto que inventé para este momento; estoy muy feliz y aquello me hace brillar mucho. Ese mismo día, mi amigo me dijo (sin saber nada aún) que estaba particularmente lindo. No sé si me definiría con la palabra "lindo", pero es cierto que brillaba. Happysad es un núcleo interno con dos emociones antagónicas: por un lado estaba muy feliz (¿quién no?), desperté junto al amor de mi vida y sentí cosas que hace tanto, pero tanto no sentía. Al mismo tiempo entran las preguntas malditas... ¿Qué viene ahora? ¿Qué debo esperar? Etcétera.
Las respuestas son fáciles pero, lo cierto es, duelen un poco. Respondo con un simple "no sé", porque en verdad no sé nada. No me gusta estar Happysad, pero tampoco me gustan los extremos separados (happy/sad). Entonces, es apropiado afirmar que dicho nuevo estado viene a tranquilizar los errores del pasado, las prisas hormonales y la necesidad de construir las ruinas de un terremoto. Te amo mucho y "eres mi tormenta", eres un caos en mi vida, alguien que ha podido derribarme y al mismo tiempo elevarme y sé que también lo soy para ti. Que el haber despertado juntos sea la primera frase de "nuestra novela" y de la continuación de nuestro "viaje infinito".
Eres la tormenta en la que creo y eres la tormenta por la cual lucharé. Lo juro por mí, por los recuerdos de nuestros mejores años y por Dios.
Oh, esta sanando bang, bang, bang puedo oír la llamada de tus cañones
has estado apuntando hacia mi tierra
tu martillo hambriento se esta cayendo
Y si me quieres seré tu nación
Soy un ángel aburrido hasta el hartazgo
y tu eres un demonio que significa bondad
robas mis frases y me tratas como estupida
ven y levanta tu bandera sobre mí
Y si me quieres seré tu país
si me ganas lo seré por siempre
–Oh, yeah!
Porque eres la tormenta que
necesitaba
y toda esta paz ha sido engañosa
me gusta la dulce vida y el silencio
pero es en la tormenta en lo que creo
Ven y conquista y deja caer tus
bombas
cruza mis fronteras y mata a la calma
corre con tus colmillos y quema mis alas
oigo el canto de las balas
Y si me quieres seré tu nación
si me ganas lo seré para siempre
- Oh yeah!
Porque eres la tormenta que
necesitaba
y toda esta paz ha sido engañosa
necesito un poco de viento para navegar
así que es en la tormenta en lo que creo.
Llenas mi corazón, me mantienes respirando
Porque eres la tormenta en la que creo
Y si me quieres seré tu país.
Etiquetas:
"You're the storm",
Amor,
Avazar,
feliz,
Happysad,
Paz,
Quemar las Naves,
Revivir,
Sobrio.,
te amo,
The Cardigans,
Viaje Infinito,
Youtube
27.8.15
93. La noche
Bueno, la noche siempre es un espacio para pensar, tomarse un copete, prender un pucho e "irse a la cresta" un rato. A veces nos vemos reducidos a estar sentados (o tirados) en nuestro sofá, en la cama mirando al techo, o sentado en el comedor de tu casa con una luz prendida. En mi caso, el bunker en donde estoy es mi despacho. Sí, espero a que todos en casa se duerman o se vayan a sus piezas para luego sentarme en la silla de cuero que, vale recordar, era de papá cuando vivía aquí, luego de ello pongo música (específicamente Raphael) y prendo un cigarrillo. Hay veces en las que, como ahora, abro una o dos latas de cerveza y canto; no lo hago bien, pero me gusta desahogarme de esa forma.
¿A qué viene todo esto? Siento que todos mis escritos comienzan con "estoy ebrio", y sí, en la mayoría de los últimos escritos (desde hace 8 o 9 meses ya) he estado así. Nunca contextualizo más que la personificación de la pena que siento, o aquellos pensamientos que, cada día, me atormentan y destruyen poco a poco desde hace ya harto tiempo. Pero sí. Estoy en mi despacho, sentado en esa silla de cuero que ha presenciado tanto, la computadora que ha sido partícipe de mis peores derrotas y mejores triunfos; largas noches de estudio, trabajo, desahogo, pajas, conversaciones, cartas, lágrimas, risas a carcajadas, películas, series, etcétera. El escritorio da justo hacia la ventana, por lo que veo mi reflejo y a veces me da miedo. No soy temeroso con lo "sobrenatural" (las comillas van porque no sé cómo decirle), pero como he visto cosas que no entiendo, estas me parecen de lo más normal aunque de repente me tomen por sorpresa. Me gusta abrir la ventana para que me entre algo de frío, me gusta que salga el humo del cigarrillo por la ventana, o que entre el olor de la noche halada. Así estoy, aquí estoy.
La verdad es que no sé a quién escribirle, no sé porqué estoy escribiendo. Siento que cada día me deterioro más y que debo dejar algún registro de mi existencia cuando me vaya. Estoy tan cansado de gritar que el mismo silencio me atormenta, me siento solo. Sería injusto hablar de soledad infinita porque sé que no lo estoy, tengo tres grandes amigos que jamás me han dejado solo (Sc-Mi-Fr) a pesar de haber sido penca con los tres alguna vez. Mi familia también ha estado conmigo incondicionalmente de una u otra forma: Mi papá con aquellas conversaciones de auto en las que me sube el ánimo, las competencias de pool en las que cada vez me anima a ser mejor. Mi mamá con sus historias de natación que a veces me aburren, pero me enseñan demasiado y me encanta oírlas. Mis dos hermanas que por primera vez las siento crecer a medida de que avanzan en sus metas y cosas. Sería injusto decir que me siento solo, pero me siento solo como un traidor, "como tal vez se encuentre Dios" como diría Raphael, Solo en ese sentido.
Puedo decir con muchísima seguridad que no tengo qué envidiarle a ningún mino rico. Este último tiempo me ha demostrado que puedo tener al chico que yo quiera, el que elija es mío. Soy apuesto, lo sé, pero lo que más me importa es que sé que soy buena persona. Fr me dice que soy un ser maravilloso y que le apena saber que no me veo así, que daría todo para que yo fuese feliz, y que lo merezco. Asimismo, Sc y Mi me dicen que debo valorarme un poco más, avanzar, que no vale más la pena seguir mal. Hay veces en las que les encuentro razón, como otras en las que siento que no comprenden la espera a algo que quizás ya murió, que quizás merezco esto porque hay algo mejor después, o que simplemente todo esto me hará más fuerte. No lo sé, ya en varias ocasiones he dicho que ya no sé nada. Lo único que sé es que ésta ha sido la peor derrota y que aún no puedo ponerme de pie. Sé que me conformo con migajas, que soy una paloma hambrienta, pero esas migajas por algunas horas me hacen feliz, me dan esperanzas de que se convertirán en pan y que éste será un viaje infinito. ¿Soy muy tonto? ¿Este es mi destino?
Heme aquí, esperando nada pero queriendo todo. Mi despacho es el refugio de siempre, creo que debería poner mi cama aquí, pero eso le quitaría la magia de ser mi bunker de escape. Luego me iría a mi actual pieza a escapar. No. Está bien así como está, me gusta llorar aquí, me gusta embriagarme acá. Estoy tranquilo en este lugar, o al menos intento estarlo para luego irme en paz a mi cama; sin nada que gritarle a mi almohada. Eso haré ahora, me acostaré, sé que estará Amelie dormida (roncando). La abrazaré y dormiremos juntos. Al final del día ella es la única que me contiene, cuando, por ejemplo, le dije ayer que estaba mal me dio un besito, o cuando en la noche me pongo mal se mueve para apegarse a mí. No te me vayas nunca, Amelie.
30.7.15
92. Gracias...
A ti, que me lees anónimo.
A ti, que estuviste en buenas y malas, nuevas y trilladas.
A ti, que te sentí a mi lado siempre, a pesar de la distancia.
A ti, que con tu inocencia me enseñaste mucho.
A ti, que me motivó a avanzar.
A ti, que a través de tus ojos color cielo vi un futuro sin una nube negra sobre mí.
A ti, que trascendiste como persona, incluso hoy que ya nada parece trascender.
A ti, que en tan poco conoció gran parte de mí.
A ti, que fuiste el único que realmente le importó que quisiera dejar de fumar.
A ti, que me hizo sentir demasiado cercana su República lejana.
A ti, que a las 3:00 AM me emocionó hasta las lágrimas de alegría.
A ti, que he extrañado un montón.
A ti, que hice mucho daño sin querer:
Gracias. Perdón.
A ti, que esperabas que te escribiera algo aquí, pero ya ves, sólo las penas por historias trilladas, lamentablemente, tienen escenario acá. No ha cambiado nada desde que te marchaste, pero hoy te dedico esto porque me alegraste mucho con un mensaje que, por cobardía, no pude escribirlo primero.
Preller, gracias.
29.7.15
Se acabó la fiesta.
Etiquetas:
"Solo estoy conmigo",
cumbia,
triste,
Villa Cariño,
vino tinto.
25.7.15
91. ¿Cachai?
Es que ya no sé cómo decir[te] que me siento:
- Solo
- Inútil
- Irrelevante
- Imprescindible
- Intrascendente
- Innecesario
- No extrañado
- Poco valorado
- ¿Cómo se dice cuando no luchan por ti?
- No sé cuál es la palabra para "no mover ningún dedo"
- Que no quito el sueño
- Indeseado
- Fome
- Latero
- Sin tema
- Fome
- Latero
- Sin tema
- Poco atractivo
- El último en saber todo
- Tampoco sé expresar cómo se siente no ser parte de alguna prioridad.
- Triste ...
- Triste ...
... En fin.
¿Cachai cómo me siento? y si cachai, ¿por qué no hacís nada más que cachar que estoy así?
Como "dice el dicho": El que por mucho se ausenta...
22.7.15
90. Going Under
En estos últimos días he sentido que los minutos pasan súper rápido, onda, me levanto temprano, me tomo un café y prendo un cigarro. Comienzo una [otra] serie, veo una película, almuerzo y de pronto es la hora del té con mamá [o solo]. Entremedio de eso, imprimo y leo algunos artículos para mi tesis, reviso mi proyecto una vez más y juro todas las veces hay algo malo; lo arreglo. Ya, ese es el esquema de mi día. No tiene mayor trascendencia porque estoy de vacaciones y creo que me las merezco, porque me saqué la cresta este semestre [que, gracias a Dios, ya se fue], y este año ha sido particularmente horripilante [con buenas particularidades, obviamente]. Y creo que esto me hizo ser, o me convirtió en alguien banal, intrascendente y fome.
Creo que soy irrelevante, onda, alguien tan básicamente complejo y que "pido tanto al mundo o a los que me rodean", que ni yo mismo me entiendo a ratos. Continúo durante el día pensando y sintiendo aquello hasta que de pronto, lo único que ha provocado algo de orgullo en mí, me avisan de los resultados del proyecto de tesis. Juro que pasé semanas mal por aquello, creí que me había ido pésimo y jamás, a pesar de que mis dos amigos realmente cercanos me consolaron diciéndome todo el rato lo contrario, tuve otra certeza del fracaso. Me fue muy bien, demasiado bien de hecho. Y nuevamente volví a creer en mí. ¿Por qué únicamente creo en mí en el ámbito académico? ¿Por qué sólo mis metas se desplazan en mi vida en función de ello? ¿Cómo es posible no sentirme irrelevante en la realidad [fuera de dicho contexto]?
He crecido harto, he aprendido mucho y gracias a eso mis metas son aún más claras: el Laboratorio de Historia Colonial de la PUC, congresos, seminarios, diplomados, y el magister, entre otros. Sé que quiero eso porque me he esforzado harto, porque amo mi carrera y amo mi especialización dentro de ésta. Porque quiero ser tan grande como mis maestros. Esa película la tengo súper clara y no necesito más que continuar avanzando y creciendo. Pero ya, vamos a otras aristas también importantes de la vida. Estoy volviendo con él, ¿por qué? porque lo amo y porque aún siento que es el amor de mi vida. Bien, eso todos lo saben. Pero la verdad es que a algunas veces me siento fome con él. Sí, fome: un loco sin tema, a veces sumiso y por sobretodo vulnerable. De repente creo que soy como esas esposas que las golpean y defienden al marido argumentando con un "va a cambiar", "él me quiere". De hecho, así me sentía al final de la relación.
Es por eso que como, quizás, respuestas a las problemáticas que expuse líneas más arriba, puedo decir que eso es lo que me hace ser fome con él; respondo al carente estímulo amoroso que me entrega, al poco escenario que tengo dentro de su vida y al escaso interés por mis banalidades [admitámoslo, estoy de vacaciones y no estoy haciendo nada productivo en estos días]. Además de la priorización de gente basura antes que yo y la poca importancia a las constantes cosas que me dañan en relación a eso u otros asuntos. Asimismo, dentro del esquema de esos días monótonos me pregunto: ¿Vale la pena estar con alguien que sólo te hace sentir cada vez más going under?
Tomo mi café con cuatro cucharadas [sí, no sé por qué subí la dosis], prendo un Lucky y me doy cuenta de que así es cada día. Por un lado está él que me hace sentir innecesario; siempre hay algo mejor que un beso o un abrazo mío para pasar el mal rato. Siempre hay algo más entretenido que algún panorama que invento [pool, viajar, caminar, tomar un vino en la plaza, sexo, etcétera]. La verdad es que no estoy feliz. La verdad es que no sé si vale la pena, la verdad es que hay muchas más lágrimas y caras tristes que las mariposas que tengo cuando lo veo. Con esto no niego que lo amo y que es el amor de mi vida, pero en verdad, ¿cuánto lágrimas podemos soportar hasta ahogarnos? Creo no ser alguien tan difícil de entender; sólo quiero cariño, alguien que se preocupe de mí y deje que me preocupe también. Alguien que me deslumbre y que no huela la mierda ajena antes de oler sus zapatos.
Tomando en cuenta todo lo anterior, levanto mi caña de tequila con energética, seco mis lágrimas y canto "Happy Ending" de Avril, y me digo repetidamente: "todo estará bien...todo estará bien". Hay momentos en los que me pregunto si fue correcto el haber abandonado aquello que me alegraba, que me hacía sentir lleno de energías y perspectivas positivas, y que en algún momento creí que podría funcionar. Puede que sólo me lo pregunté por despecho, porque corté dicho "proyecto de relación" porque ya no sentía lo que debe sentirse. Sé que es injusto hacer la comparación, más aún en el estado en el que me encuentro, pero ya el tequila comienza a marearme y no estoy lúcido. No tengo mis anteojos puestos y lloro, veo mal y espero algo que no llegará. La vida me ha enseñado a conformarme con poco, con lo que pueden darme, con lo que puedo logar, con lo que puedo tener. ¿No es así?
Salud.
27.6.15
89. [IN] finito.
Estoy ebrio, no es una novedad que lo esté, creo que lo infinito nunca es infinito, es sólo finito y no veo fruta y té al desayuno, sólo un café que tiene cuatro cucharadas y que ya no es amargo como antes. Pero eso sólo es durante la semana, los fines de semana lloro un poco y veo fotos viejas, fotos que pude haber tomado mejor, fotos que me gusta ver para sentirme allí. Eso me pasa con todo lo que amo, cuando leo también me siento parte de dicho contexto que estudio, pero me siento solo, me veo en alguna calle de Santiago, entrando a una pulpería o tomándome un trago, veo los procesos judiciales desarrollarse, esos que tanto amo y que tantos dolores de ojos me producen. Inventarme mundos es triste, escuchar un te amo es triste, estoy ebrio y también los digo al vacío. Lloro un poco, sólo un poco.
El te amo más triste es el que dices estando lejos, cuando lo dices a través del teléfono y se escucha el sonido de las copas chorreando alcohol por doquier. Extraño aquellos te amo que me miraban a los ojos y me derretían entero. Esos te amo en la madrugada antes de dormir o al despertar. Esos te amo que me penetraban el corazón y producían sonrisas estúpidas que no podía borrar durante el día. Extraño mucho esos te amo que me acompañaban durante un mal día, o un buen día. Ésta semana fue difícil, pero incluso los desconocidos me hicieron sentir un poco mejor, sólo un poco, porque preferí dormir harto, así no recuerdo nada más que mis sueños feos cuando despierto.
Me gusta beber pero no tengo "problemas con el alcohol", me siento un poco más solo, un poco más relajado y canalizo mi pena en la música, o las fotos viejas que pude haber tomado mejor. Las fotos también tienen su soundtrack, por ejemplo, ahora mismo suena Rafaella Carrá ("vuelve") y lloro un poco, sólo un poco. No entiendo por qué después de siete meses me siento igual que en diciembre; triste, solo, traicionado, estúpido. Creo que no te mereces esto, porque tampoco siento que lo merezca. A veces pienso que soy un buen chico aunque en este último tiempo haya hecho daño a gente buena, por eso pienso que a veces soy bueno, porque he hecho daño sin saber, porque siempre has estado en mi corazón, y porque aunque ha pasado harto tiempo, me siento toda vez infiel cuando beso y no es a ti. No me arrepiento, no te mereces que lo haga.
Soy un buen chico, sólo un poco...
16.6.15
The Story of my Life
Etiquetas:
Fotografía,
Instantes,
Memorias,
Momentos,
Nikon D3000,
Reflex,
Viaje Infinito,
Vida
14.6.15
88. Avanzar
1. Querer avanzar.
2. Pretender avanzar.
3. Comenzar a avanzar.
4. Caerte mientras avanzas
5. Finalmente avanzar.
6. Tropezar avanzando.
7. Confundirte cuando te ves avanzando.
8. Caminar y avanzar.
Ergo, avanzar no quiere decir, en todos los casos, superar algo/alguien, sino que superarte a ti mismo, la palabra, entonces, no es "avanzar", es "crecer". Estoy listo, estoy seguro, igual que ayer, igual que siempre.
Etiquetas:
Amor,
Avazar,
borracho,
Desamor,
Ebrio,
Hombre,
Nostalgias,
soledad,
Sufrir,
te amo,
te extraño,
triste
10.6.15
87. Me gusta.
Me gusta caminar por Santiago cuando hace frío, también por Concepción. En ambas ciudades procuro perderme a veces, pero toda vez sigo las particularidades del camino; me gusta conocer. Santiago y Concepción son lugares bastante amplios y de repente tienden a comprimirse en función de lo que pretendo seguir en caminos conocidos-desconocidos.
Me gusta caminar solo o acompañado, por lo general camino solo, pero me gusta estar con alguien que comparta aquel bichito por el comentario al edificio antiguo, a la gárgola de aquel, o al escudo ese. Me gustan los árboles en otoño y las hojas entre adoquines de invierno, el cielo gris y las nubes cuando está despejado. Todo me genera un ambiente propenso a un contexto personal e individual de amor y odio por las calles llenas de vestigios esperándome.
Me gusta la lluvia de Concepción, no así la de Santiago. La de Concepción es fría y no perdona ningún espacio, el agua golpea fuerte y en algunas ocasiones corre un viento rico que hace bailar a las gotas, ninguna es igual a la otra. La de Santiago es aburrida, me gustan las consecuencias de ésta, eso sí, me gusta ver el cielo despejado cuando deja de llover, o las hojas mojadas en el suelo que la gente pisa sin honor de su belleza. Me gusta el perfume de ambas, y la gente alterada por ellas. Me gusta el olor a humedad en la micro pequeña de Concepción, y los vidrios empañados cuando están dibujados, pero me asquea el olor a humedad en el Metro de Santiago y la gente con actitud prepotente subiendo a los coches.
Me gusta caminar por Concepción en cualquier época del año porque la gente no camina tan rápido y la ciudad tiene más particularidades que me entretienen, como los distintos colores en las ropas, o los edificios similares entre sí, o un barrio bien bonito, ese que está cerca de la estación Andalién, que se conserva como en aquellos días que albergaban a los obreros y se les veía caminando sobre adoquines llegando a sus habitaciones. Me gusta que Santiago tenga barrios antiguos, pero detesto que estos estén en manos de inmigrantes, o son locales de comida barata e insalubre, o los transforman en algo que no se asimilaba a la construcción original del siglo XX.
Me gusta detenerme a tomar una foto a lo que sea, me gusta que alguien me de aquel dato freak que no conozco, o a la inversa. Me gusta en Santiago ir caminando por el centro y que me den ganas de entrar al Museo Colonial San Francisco, aunque lo conozco completo, nunca deja de sorprenderme, además me gusta estar harto rato sentado en la fuente central y ver a los peces, y esperar el sonido de las gallinas y luego el pavo real, casi como una rutina. Me gusta en Concepción pasear por aquel parque en donde antes corría un tren infantil, y luego subir al cerro.
Me gusta la buena compañía y que ésta no sólo se encierre o limite a algún aspecto de la cotidianidad, me gusta ir a comer a cualquier lugar cuando me da hambre; una hamburguesa en Burger King, o un Italiano en algún negocio pequeño. Me gusta compartir buenos momentos con buenas personas, me gusta saber escogerlas y me gustan los adoquines, me gusta estar tranquilo por fin y decirle adiós a algunas personas tóxicas, me gustan las hojas de otoño y guardar entre algún libro las más lindas. Me gustan los faroles encendidos y la Estación (Alameda) Central para ver los trenes. Me gusta viajar, y me gusta sentir que estoy avanzando, me gusta que ya no hayan lágrimas en mis ojos y un nombre en mis labios, me gusta saber qué quiero hacer con mi vida y que estoy logrando cosas para mi futuro. Me gusta ir a Parque Arauco luego de clases y me gusta ir a buscar a mi papá para que nos tomemos un café después.
Me gusta mucho caminar por Santiago y por Concepción, aunque nací en una y me enamoré de la otra, en ambas tengo bonitos recuerdos, pero no viviría en ninguna de las dos. Me gusta Puerto Varas (Llanquihue) y Valdivia para vivir. Finalmente, me gusta prender un cigarrillo en cualquier parte en donde me encuentre, sentarme en algún lugar con mucha gente y verlos pasar, ver sus cotidianidades y particularidades suponer cosas de estos personajes.
Me gusta ser yo, me gusta estar tranquilo, me gusta tener metas y caminar, me gusta conocer, aprender y aprehender, me gusta tener pocos (y buenos) amigos, me gusta dejar lo malo atrás y de pronto comenzar a avanzar, equivocarme, y nuevamente volverme a parar.
Me gusta ser yo, me gusta estar tranquilo, me gusta tener metas y caminar, me gusta conocer, aprender y aprehender, me gusta tener pocos (y buenos) amigos, me gusta dejar lo malo atrás y de pronto comenzar a avanzar, equivocarme, y nuevamente volverme a parar.
1.6.15
86. Un día de aquellos.
Un día abrí mis ojos y roncabas a mi lado.
Un día abrí mis ojos y te vi en una fotografía que acababa de tomar.
Un día abrí mis ojos y te vi ebrio afirmándome y llevándome en casa.
Un día abrí mis ojos y luego lloré después de una carcajada (esas de aquellas).
Un día abrí mis ojos y te fuiste temprano porque tenías cosas que hacer.
Un día abrí mis ojos y olí a café y tostadas con mantequilla.
Un día abrí mis ojos y te miré bien luego de haberte preguntado "¿estoy soñando?".
Un día abrí mis ojos y te molestaste porque prendí un cigarrillo.
Un día abrí mis ojos y nos reímos de esa vez que te caíste (o te boté).
Un día abrí mis ojos y te llamé en el mismo momento en que salí de mi primera clase en UNAB.
Un día abrí mis ojos y te tomé muchas fotografías (y vídeos) cuando jugaste un partido importante.
Un día abrí mis ojos y me molesté por cómo cuidabas los discos que te obsequié.
Un día abrí mis ojos y tuve mucho miedo de conocer a tu madre.
Un día abrí mis ojos y me emocioné cuando fuiste a buscarme a ARCIS (todas las veces).
Un día abrí mis ojos y moría del frío esperándote en la noche después de la clínica jurídica.
Un día abrí mis ojos y tu sonrisa llenaba todos los vacíos que tenía (desde el primer al último día)
Un día abrí mis ojos y me encontraba besando el cuerpo de otra persona pensando que era el tuyo.
Un día abrí mis ojos y te molestaste porque prendí un cigarrillo.
Un día abrí mis ojos y nos reímos de esa vez que te caíste (o te boté).
Un día abrí mis ojos y te llamé en el mismo momento en que salí de mi primera clase en UNAB.
Un día abrí mis ojos y te tomé muchas fotografías (y vídeos) cuando jugaste un partido importante.
Un día abrí mis ojos y me molesté por cómo cuidabas los discos que te obsequié.
Un día abrí mis ojos y tuve mucho miedo de conocer a tu madre.
Un día abrí mis ojos y me emocioné cuando fuiste a buscarme a ARCIS (todas las veces).
Un día abrí mis ojos y moría del frío esperándote en la noche después de la clínica jurídica.
Un día abrí mis ojos y tu sonrisa llenaba todos los vacíos que tenía (desde el primer al último día)
Un día abrí mis ojos y me encontraba besando el cuerpo de otra persona pensando que era el tuyo.
Un día cerré mis ojos y tu pie rozaba el mío antes de dormir.
Un día cerré mis ojos para sentir tus dedos que bailaban en todo mi cuerpo.
Un día cerré mis ojos cuando me acosté en tu pecho.
Un día cerré mis ojos cuando vi tus zapatos café sobre hojas secas y adoquines.
Un día cerré mis ojos porque me diste las galletas con chips más deliciosas del mundo.
Un día cerré mis ojos porque me enojé por alguna estupidez que no recuerdo.
Un día cerré mis ojos cuando conocimos aquella pastelería que tanto nos gustó.
Un día cerré mis ojos cuando gritábamos las canciones de Nicole en el metro.
Un día cerré mis ojos cuando gritábamos las canciones de Nicole en el metro.
Un día cerré mis ojos en la Estación Central imaginándonos a ambos viajando en tren.
Un día cerré mis ojos cuando fuimos a "Huaso Carlos" luego de mucho tiempo.
Un día cerré mis ojos cuando cocinaste pescado y después de diez años quise comer carne.
Un día cerré mis ojos y me burlé de ti por todas las veces que te vencí en Mortal Kombat.
Un día cerré mis ojos y hasta el último día mis errores me pesaban cuando te besaba.
Un día cerré mis ojos cuando nos cortaron aquella película en la Católica.
Un día cerré mis ojos después de haber ido a ese local de sushi que tanto amamos.
Un día cerré mis ojos y nos veía tomados de la mano ya muy viejos.
Un día cerré mis ojos cuando preferiste decirle "te quiero" a otro hombre y no un "te amo" a mi.
Un día cerré mis ojos cuando fuimos a "Huaso Carlos" luego de mucho tiempo.
Un día cerré mis ojos cuando cocinaste pescado y después de diez años quise comer carne.
Un día cerré mis ojos y me burlé de ti por todas las veces que te vencí en Mortal Kombat.
Un día cerré mis ojos y hasta el último día mis errores me pesaban cuando te besaba.
Un día cerré mis ojos cuando nos cortaron aquella película en la Católica.
Un día cerré mis ojos después de haber ido a ese local de sushi que tanto amamos.
Un día cerré mis ojos y nos veía tomados de la mano ya muy viejos.
Un día cerré mis ojos cuando preferiste decirle "te quiero" a otro hombre y no un "te amo" a mi.
Un día en un abrir y cerrar de ojos ya no estuviste nunca más.
Etiquetas:
Amor,
borracho,
caminante,
camino,
Cariño,
Chile,
Desamor,
Ebrio,
lágrimas,
Memorias,
Nostalgias,
Recuerdos,
Relato,
solitario.,
Sufrir,
te extraño
26.5.15
¿Ya ves que tontería?
Etiquetas:
"Estoy llorando hoy por ti,
"Eternamente Tuyo",
álbum,
LP,
Raphael
Un día más.
Etiquetas:
"Un Día Más",
"Yo Sigo Siendo Aquel",
25 Aniversario,
Hispavox,
LP,
Raphael,
Youtube
25.5.15
85. Blank
¿Por qué cuando tenemos lo que necesitamos, por fin, anhelamos siempre (de una u otra forma) lo que alguna vez hemos perdido?
11.5.15
84. La Vie en Rose
"[...] Le he dado todo lo que puedo,
pero no es suficiente.
Karma policía,
le he dado todo pero aún estamos en la nómina de pago.
[...] Y allí por un minuto me perdí, por un minuto me perdí".
Sentimos vivir sin saber sentir la vida, y la desgastamos a tal punto que no creemos en que algo caótico pueda suceder de improviso. Pasa la noche y en la mañana te levantas, ves tu cara y te duchas, cantas algo o entablas alguna conversación banal con alguien que ves en las cerámicas empañadas del baño. Luego sales de la ducha pensando qué usarás y después te alistas; perfume, pase escolar, las llaves y los audífonos, quizás una leche o un jugo para el camino, y si tienes hambre un yogur con galletas.
Será un día pauteado, o será un buen día porque harás lo que te propones a hacer. Verás a tus amigos y compartirás el tedio de la cotidianidad. No escapamos más allá de lo que sabemos, porque sabemos que nada escapará de lo que fielmente conocemos. Creemos tener las respuestas en base a la experiencia, pero cruzar la calle sin mirar a ambos lados puede matarte, aunque seas despreocupado y jamás te haya pasado antes.
La vida en rosa fue esta vez distinta, creímos que la experiencia era el motor para caminar las calles conocidas, pisar aquellos adoquines sin miedo de resbalarte a pesar de que llueve. Piensas en todo lo que te ha pasado y sólo quieres caminar más rápido, dejar todo atrás y, toda vez, avanzar. Lo logras, pero la experiencia no te ha contado de la precaución cuando no conoces una ruta, aunque sea similar, e incluso idéntica a las anteriores.
Las horas se vuelven stop-motion cuando, a mitad de la calle, ves un auto que de a poco se acerca y no tendrá piedad en arrojarte al piso, desangrarte, y quieres volver los minutos a la mañana cuando planeas en la ducha tus conversaciones durante el día, ya todo va lento y los segundos se detienen de golpe, cierras los ojos y lo cotidiano ya no es lo que conocías.
Está todo tan difícil, nos enteramos de pronto que "todo lo malo se devuelve" cuando no necesitas saberlo, cuando tu presente es distinto a tu pasado y tu futuro se oscurece. Quizás me arrepiento de desear cosas malas, puede que en el odio haya refugiado el consuelo a las lágrimas, pero jamás quise el caos para nadie, porque no existe quien merezca perder su cotidianidad, abandonar su pasado y que su futuro se haya detenido en el mismo instante que mirabas aquél auto acercarse a ti, incluso la canción que sonaba a través de tus audífonos en ese momento te abandonó, se silenció. Ese es el instante que recordarás toda tu vida, aquél momento imprudente donde barajaste todo lo que sabías, donde la experiencia te eliminó del juego y la vida ya no fue más rosa.
Sentimos vivir sin saber sentir la vida, desgarramos los instantes valiosos, y ya no se puede volver al pasado. Eso no quiere decir que tu memoria no pueda colorear tu presente con la misma sonrisa que haz vestido toda tu vida, quizás es de los aspectos que nunca tendrán una metamorfosis y, tienes que saberlo siempre, nunca deberás cambiarla ni abandonar aquél espacio lleno que generas cuando tu presencia se presenta. Si bien sé que no leerás nada de esto, sabes que estás en mi corazón y en mi cabeza, ya no como antes, ya no como una construcción banal, un apoyo carnal, o una mano en tu cuerpo. Hoy es un paradigma distinto, hoy no quiero ser quién solía, sólo quiero ser y estar para que sepas que la vida, a pesar de todo, sigue siendo rosa, que un nuevo presente dará espacio a un futuro en donde mirarás atrás, reirás, sonreirás, y verás por la ventana mientras bebes un café, sientes la brisa de la mañana en otoño, y todo será mejor a como antes era. Ya sientes vivir, ya sabes sentir vivir.
6.5.15
83. P.
La llegada de las personas no es casualidad, todas (tanto las buenas, como las malas) sirven a una complejidad, y con sus particularidades el mecanismo se activa. Tú, llegaste para iluminar aquel caos que las malas gentes tanto se esforzaron en gestar. Pintar la oscuridad con tus colores bellos, tus ojos perfectos y tus manos seguras.
Sin darme cuenta secabas mis lágrimas y ahogabas vanos gritos de odio y pena, poco a poco hiciste de aquel caos una tormenta que comenzaba a quedar atrás, bien lejos, ambos la mirábamos en nuestra ventanilla, sólo eran nubes negras y cuando despegamos el cielo era celeste y tranquilo. Siento que asumiste responsabilidades que no te correspondían, he provocado en ti insomnios y lágrimas, mientras que tú solo lograste un campo completamente sembrado, en el que paulatinamente vemos diminutos brotes de colores varios, tus colores, mis colores, con nubes sin amenazas y un cielo limpio.
Admito, no concibo tus colores fuera (lejos) de mi, que tu presencia ha sido lo único que me ha mantenido en dos pies, soportando el dolor de mis botas, por tanto tiempo. Llegaste oportuno y cauteloso, pisaste un terreno quebradizo, y varias veces nos tropezamos, pero tomaste un corazón completamente roto para que éste encontrara la paz que necesitaba, son tus ojos verdes y tu esencia pura los que lograron ponerme de pie para mirar hacia adelante. Avanzar.
Son nuestras horas las que nos han unido, son tus dedos los que en mi cuerpo logran aquel equilibrio necesario para mirar hacia adelante, "te estoy queriendo tanto que te estoy acostumbrando mal".
La tormenta comienza a ver el fin, los colores oscuros se desvanecen.
Disfrutemos juntos este final.
Son nuestras horas las que nos han unido, son tus dedos los que en mi cuerpo logran aquel equilibrio necesario para mirar hacia adelante, "te estoy queriendo tanto que te estoy acostumbrando mal".
La tormenta comienza a ver el fin, los colores oscuros se desvanecen.
Disfrutemos juntos este final.
21.4.15
"Si las copas dan consuelo, aquí estoy con mi desvelo para ahogarlo de una vez. Quiero emborrachar mi corazón para después poder brindar por los fracasos del amor".
82. Tres meses.
¿Para qué voy a mentirte? Esto lo esperaba, sin embargo lo quería toda vez nuevamente. Aquél viaje infinito se tornó inconcluso porque en algún momento, y yo sin darme cuenta, falleciste. Sí, en verdad no sé cómo sucedió, menos el porqué, sólo sé que en tres meses dejaste de respirar y tu corazón de latir, no me percaté hasta que, en cierta ocasión, escuché en los adoquines grises tus pasos al ritmo de tu inconfundible alegría, era imposible, eras tú que estabas de vuelta, pero fue sólo el eco de los recuerdos, sólo un momento de vulnerabilidad tras no aceptar tu muerte, sólo el fantasma de días nublados y noches lluviosas.
Comencé a caminar solo, intenté que tu rostro no se materializara en besos y caricias en mis sueños despiertos, pero fracasé, de igual forma me esforcé para caminar sin mirar atrás, pero cuanto más enfocaba mi vista hacia el frente, más veía lo que ya era pasado, un espejo retrovisor en donde, cuan film, aparecías sonriendo estúpidamente por alguna trivialidad mía, el vacío de tu voz diciendo mi nombre y tus manos pidiéndome que jamás las dejara ir. Verte reír, sólo pensaba aquello cuando tus dedos se enredaban en mis manos, tus ojos que se abrían y cerraban cuando te besaba, y tu cuerpo en el que dibujaba mis huellas me era correspondido. Claro, toda esa imagen el dicho espejo reflejaba, no era más que eso, el pasado al frente de mi presente. Eras pasado, eres pasado, estás muerto, pero de alguna forma tu fantasma estaba aquí.
No te mentiré, recorrí el sur buscándome, pero te encontré en una que otra calle, caminabas adelante y yo ya me quedaba muy atrás, pero a veces olvidaba, por un instante que ya no existes (pero igual te vi), aunque eso pareció importarme poco, ya que, me resigné al luto porque creí que seguías acá. Prendí un cigarrillo, borré las lágrimas secas de mis ojos y construí una sonrisa. En ese momento fue cuando oí tu voz diciéndome que estabas cerca. Llegué a Santiago y comencé a buscarte poco a poco, rincón a rincón, y, adivina; te encontré. Traías una cara de niño castigado que me conmovió, corriste a abrazarme, te abracé y en un segundo tu cuerpo frío calentó los pedazos de corazón salpicados en el piso. Tomaste mi mano y te seguí, no dejé de besarte y me olvidé de lo anterior. Fuiste mío como yo también de ti, estabas helado pero no me importó, la ilusión de volver a ser uno gestaba aquella sonrisa que sólo el alcohol sacó antes; génesis de un momento en el que me llevaste a correr y yo te miraba saltar, brillabas ante mí y me sentí feliz por cinco minutos. El cielo nublado era perfecto y se veía llover, esperábamos la lluvia, pero tus dedos suaves me invitaban a continuar el camino.
Vi adoquines por doquier y nuestros zapatos hacían eco en ellos, te vi adelante y apuré el paso para no perderte, ya el paisaje había cambiado pero la nitidez de tu silueta se hacía borrosa, comenzaban a pasar imágenes del pasado pero, sin embargo, te veía cada vez más difuminado. No entendí nada, pero en ese momento me importaba sólo alcanzarte, tu mano me tomó por última vez pero ahora tenían la misma forma de humo que de mi boca sale cuando fumo, te habías ido. Es desde ese momento en el que comprendí que estabas muerto, me llevaste a tu lápida en donde se inscribía un NN, para que te viera por última vez, descansabas en paz y yo no te dejé ninguna flor.
Me devolví a casa y no te oí más, no sé en qué segundo creí que un muerto podría vivir, quizás la ilusión de volver a tenerte jamás me abandonó, y no sé si me abandonará, pero al menos ya sé en donde estás, ya sé que tres o cuatro meses te bastaron para despedirte, sólo sé que tu nombre es un desconocido bajo una cruz rota, en un patio abandonado, ya sin flores ni adoquines, ya sin ilusiones ni viajes infinitos.
4.4.15
81. Como quisiera decirte.
Un día como hoy (que no coincide con aquel día), hace mucho tiempo eso sí, tanto que la verdad no me acuerdo de la fecha exacta, sentí por primera vez lo que siento hoy. La ilusión de un presente que atañe con cobardía un futuro que suena en lo más profundo de los silencios, de los pensamientos, y de este brillo en mis ojos que, desde el primer día, ha sido el mismo y lo será hasta masticar la última partícula de un nosotros que se refugia nuestros labios de besos infinitos.
Reiterativas son aquellas palabras que usamos siempre para describirnos, igual que las frases que, insistentemente, podemos leer en nuestra novela. Quizás un cliché que define la gallardía de lo nuestro y el afán de los futuros que vemos en el presente, el abandono del pasado y el querer crecer para, toda vez, avanzar.
Las horas pasan y comenzamos a detenernos en segundos que trascienden para herir nuestros ojos y alejar los pasos que alguna vez unieron esos adoquines que por las tardes de otoño, al unísono, marcaban nuestras huellas entre sonrisas. Nos hemos distanciado tanto, que los mapas no siguen la línea de la lejanía entre los dos. Me aferro a metas que veo entre ojos lacrimosos, susurro a mis sueños "nunca he dejado de amarte, nunca haz dejado de amarme" pero las palabras sangran en la noche, adoloridas e innatas, casi por inercia gritan y las acciones las callan.
Son tres meses ya desde que no nos tenemos, desde que decidimos que queremos tenernos pero entre más decimos (reitero) las palabras se desangran y mueren allí mismo. No quiero más frases que sigan aumentando el número de semanas sin ti, siento que comienzo a apartarme, pero viajamos en el mismo tren pero distintos coches; yo miro por la ventana y tú también, pero no hemos notado que, a pesar de todo, compramos un boleto para el mismo tren y que nos bajaremos en la misma estación.
Un día como hoy me siento triste, borracho y solo, pienso en lo mucho que quiero hacer y en los frenos de las palabras que colorean rojo las luces para avanzar. El hielo suaviza la amargura de este trago con sabor a lágrimas destiladas, teñido del brillo de mis ojos que te esperan en silencio y no tanto, que a veces contrastan con la ventana del vagón en el que miro dichos paisajes y, dibujándote tal y como un recuerdo que cae como aquella gota de la lluvia que choca en el pavimento y se mutila, como esas marcas áridas y desoladas en la ruta entre mis ojos y hacia los labios que te besan de cuando en vez.
Recuerda que en tus bolsillos se encuentra aquel boleto que indica tu destino, no olvides que estaré allí fumando un cigarrillo en el andén de la estación, quizás no te des cuenta por la neblina paulatina que cambia de momento en situación, pero mi abrigo negro tiene huellas de tus abrazos que indican aquel perfume que ha acompañado los paisajes de tres meses desde aquel día nefasto, pero que en el andén se hacen segundos desde el momento en que no puedo olvidarte y te veo, que debo tenerte y que debo dejar de alzar apresuradamente el pañuelo blanco para despedirte, pero que sin embargo el tren comienza a partir lento sin dejar aún la estación. No me dejes, por favor, sube. Un día como hoy tienes el mismo boleto que yo, vamos por la mismo ruta, es innecesario suspirar más horas sin un nosotros.
Las horas pasan y comenzamos a detenernos en segundos que trascienden para herir nuestros ojos y alejar los pasos que alguna vez unieron esos adoquines que por las tardes de otoño, al unísono, marcaban nuestras huellas entre sonrisas. Nos hemos distanciado tanto, que los mapas no siguen la línea de la lejanía entre los dos. Me aferro a metas que veo entre ojos lacrimosos, susurro a mis sueños "nunca he dejado de amarte, nunca haz dejado de amarme" pero las palabras sangran en la noche, adoloridas e innatas, casi por inercia gritan y las acciones las callan.
Son tres meses ya desde que no nos tenemos, desde que decidimos que queremos tenernos pero entre más decimos (reitero) las palabras se desangran y mueren allí mismo. No quiero más frases que sigan aumentando el número de semanas sin ti, siento que comienzo a apartarme, pero viajamos en el mismo tren pero distintos coches; yo miro por la ventana y tú también, pero no hemos notado que, a pesar de todo, compramos un boleto para el mismo tren y que nos bajaremos en la misma estación.
Un día como hoy me siento triste, borracho y solo, pienso en lo mucho que quiero hacer y en los frenos de las palabras que colorean rojo las luces para avanzar. El hielo suaviza la amargura de este trago con sabor a lágrimas destiladas, teñido del brillo de mis ojos que te esperan en silencio y no tanto, que a veces contrastan con la ventana del vagón en el que miro dichos paisajes y, dibujándote tal y como un recuerdo que cae como aquella gota de la lluvia que choca en el pavimento y se mutila, como esas marcas áridas y desoladas en la ruta entre mis ojos y hacia los labios que te besan de cuando en vez.
Recuerda que en tus bolsillos se encuentra aquel boleto que indica tu destino, no olvides que estaré allí fumando un cigarrillo en el andén de la estación, quizás no te des cuenta por la neblina paulatina que cambia de momento en situación, pero mi abrigo negro tiene huellas de tus abrazos que indican aquel perfume que ha acompañado los paisajes de tres meses desde aquel día nefasto, pero que en el andén se hacen segundos desde el momento en que no puedo olvidarte y te veo, que debo tenerte y que debo dejar de alzar apresuradamente el pañuelo blanco para despedirte, pero que sin embargo el tren comienza a partir lento sin dejar aún la estación. No me dejes, por favor, sube. Un día como hoy tienes el mismo boleto que yo, vamos por la mismo ruta, es innecesario suspirar más horas sin un nosotros.
20.3.15
Siempre eres tú.
Esto es lo que se siente,
esto es lo que siente
cuando acaba,
cuando lentamente, cuando lentamente te matan.
Habito esta pena, habito esta pena como casa
tu sombra en mi cama
tu sombra en mi cama y no hay nada, nada.
siempre eres tú el que me quiebra,
siempre eres tú el que me deja
y no quiere volver,
siempre eres tu el que me aleja del sol,
me deja fría y de morir.
Qué raro es el amor,
qué raro es el amor cuando me deja
quererte y odiarte,
tenerte y olvidarte,
como si nada.
pero no es nada
Siempre eres tú el que me quiebra,
siempre eres tú el que me deja
y no quiere volver,
siempre eres tu el que me aleja del sol,
me deja fría y de morir.
Siempre eres tú, siempre eres tú.
(Siempre eres tú - Francisca Valenzuela)
11.3.15
80. Angustia
Tus palabras cuan gotas de agua vertidas en el río,
se ahogan lentas porque no saben nadar;
Olvidaste hacerlas trascender.
(¿Por qué? ¿para qué?)
Tus frases brillan sin destello
(otra vez).
En esta calle hay vestigios de ti mismo,
están en abandono las risas que toda vez se sentían,
también los cuerpos inertes que jamás dejaron de moverse,
pero las palabras son agua que se secan bajo el sol,
son tan sólo un rastro perdido entre los adoquines de Santiago
y no eres capaz de colorearlas con verdades.
Tu sabes que te estoy esperando para el desayuno,
pero ahora la fruta se está pudriendo,
el pan se puso duro
y el café se enfría sobre el mantel de flores.
Deberás traer fruta, pan y café,
para volver a ser afortunados
(aunque no esté de moda),
y que sea jamás nunca una casualidad
el estar frente a frente,
y el sentir de ambos cuando no dejemos de decir que mi corazón es su casa.
Ven,
que quiero brindar cada una de tus miradas enamoradas,
alzar nuestras copas luego de un beso sincero,
y juntos ver la muerte de las palabras que detienen el viaje infinito.
Ven,
estoy esperando tu regreso y que nunca nos acostumbremos,
pero la angustia del silencio,
la comodidad de la sombra que pisan tus pies,
tu cuerpo inconsecuente
que todo convierte en vino,
me embriaga más de soledad que de tu nombre entre mis labios de algún día lluvioso
Un día ayer no había angustia,
no existían palabras vacías ni copas llenas de tinto,
habían ojos que narraban nuestra novela.
Hoy a gritos digo "ven"
(sí, tú, siempre tú),
(sí, tú, siempre tú),
pero cierro mis ojos para pestañar
y sigues muy lejos
sólo te veo murmurando cosas que ya no puedo oír.
sólo te veo murmurando cosas que ya no puedo oír.
10.3.15
[2015] Mochileo solo
[Hotel Marsano, Temuco]
[Museo Ferroviario Pablo Neruda, Temuco]
[Playa Boca Budi, Puerto Saavedra]
[Lago Budi, Puerto Saavedra]
[Villarrica]
[Estación FF.CC, Loncoche]
[Patios, Estación FF.CC, Loncoche]
[Panguipulli]
[Parroquia San Sebastián, Panguipulli]
[Panguipulli]
[Puente Mecano, Los Lagos]
[Lago Ranco, Futrono]
[Futrono]
[Río Bueno]
[Entrada a Río Bueno]
[Estación FF.CC, La Unión]
[Purranque]
Si bien la idea del viaje era armar camino hacia Punta Arenas, por motivos externos tuvo que suspenderse y acortarse hasta Purranque. Prometo que en el próximo viaje llegaré a PUQ.
Etiquetas:
Araucania,
caminante,
camino,
Colores,
Fotografía,
Los Lagos,
Los Ríos,
Mochileo,
Naturaleza,
Viaje
23.1.15
79. Aquél beso que no fue.
Ayer, recuerdo, que no fue un buen día, no sé por qué de repente nació esa valentía de querer verte, quizás me sentía tan solo, o sólo necesitaba ser visto por alguien que realmente supiera y conociera lo que veía, tragué y exhalé aquél orgullo cuan humo de cigarrillo que me daña paulatino, no sé por qué, pero por vez primera fui un adulto, incluso un poco más que tú, pero tuve un segundo de fortaleza que quise ocupar de la mejor manera. No sé por qué.
Estuviste ahí y te recuerdo caluroso, quizás por la tarde o tras el beso que quiso extinguirse. No fue más que un beso entre un par de copas y palabras corto-punzantes, un beso que tu boca no me nombró y al parecer tampoco reconoció. Me nombraste distinto a mi nombre y eso es óxido para el motor de un auto antiguo, óxido que comenzó a carcomer las ilusiones que tenían su génesis tras dedos inocentes en alguna parte de mi brazo izquierdo, o el roce sutil de dos piernas desnudas que se buscaban, al parecer. Un beso; no quise jamás que se detuviera, mis labios estaban tan acostumbrados que sintieron lo mismo que el primer día en aquella roñosa cantina hace dos años, lo mismo que sintió mi cuerpo, lo mismo que mi alma, lo mismo que cada vena que socorre sangre, lo mismo fue por tantas horas que estuvimos juntos en estos años.
Sin embargo, el beso no significó más que un beso de despedida, me sentí seguro cuando afirmé que sería la última vez que nos veríamos, obviamente no quería que eso ocurriera pero así será, aunque tus palabras desalentadoras me hayan arrojado al infierno. Por otra parte, sé que mientes porque tus ojos no saben callar, pero mientras seguía la cerveza corriendo por nuestras cabezas, sentí que, al menos por un instante, podrías haberme extrañado y necesitado, la danza de tus dedos por mi piel que reconocía un terreno habitado por ti mismo no fue mentira, no fue sólo una remembranza para olvidar, no fue un recuerdo que se puede desechar, por unos minutos sentimos que aún no existía la palabra "fin" pintada en un letrero que indicaba el término de un "viaje infinito". Pero los segundos se transforman en minutos y estos se desprenden como pétalos de una rosa marchita, quise pensar que podía volver a casa apoyado en tu hombro, sosteniendo tu mano fuerte y mirarte para decirte lo mucho que te amo. Ambos sabemos que eso no ocurrió, y lo que quise, quiero y querré jamás sucederá.
Te culpo porque no tienes la gallardía de ser sincero contigo mismo, porque la compañía de cenizas te resulta más atractiva que la mía propia, porque fumando espero en vano, tú te encuentras en otro lugar de tu mapa, mientras que yo procuro mostrarte el camino hacia mí, el camino que no quieres caminar porque está empinado, porque es agotador, y porque es el único que hay. Lo sabemos los dos, pero quemar las naves jamás fue una de las muchas mentiras que dije, ya que lo que por ti siento son las ganas de caminar-el-camino para buscar adoquines cubiertos de polvo, cenizas y lágrimas.
Las palabras de los hechos nos destrozaron a ambos, no hay quien pueda recomponer lo averiado hoy, hay quien dijo cantando: "el tiempo sólo cura en teoría" y ahora estoy tan de acuerdo. El tiempo sólo ha confirmado lo que ya sabía-que-sentía, he sido conmigo mismo totalmente honesto aunque las palabras en un principio no hayan sido aliadas, quizás no me arrepiento de la génesis de éstas, sino más bien no haberlas dicho en tu cara tras oír alguna explicación del despecho que ambos bebimos e incurrimos. ¿Fue, quizás, un acto de defensa propia? ¿escapatoria? ¿una absurda forma de querer volver a estar juntos?
Aquí estamos, nuestras piezas no se mueven porque los jugadores no pretenden hacerlo, no sé por qué. He aquí tu cara al frente, mis ganas de besarte, y el alcohol que refrescaba y que rellenó los vacíos de un mes vacío.
Finalmente me besaste, posteriormente te he besado, y aunque preferiste nombrar cenizas antes que mi nombre, logré ver aquél letrero que pinta el "fin" del viaje infinito. Aquél camino empinado, del que hablé, comienza a llenarse de zarzamora y divisamos direcciones distintas en la rosa de los vientos. Preferí escapar, huir y evitar la despedida helada que dibujaríamos entre el abrazo del que sabía que no sería una opción desprenderme. No fue una acción madura y no me arrepiento de haber desaparecido entre las gentes de los espacios, quizás eso no sería tan doloroso como el beso que no me nombró, o el abrazo que nunca apareció.
Sólo fueron besos entre labios que se conocían y que habían aprendido el arte de estar juntos, sólo fueron besos que no fueron más que eso. No sé por qué.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)