20.11.12

60. Metáfora de un perfume

Las luces de una ajetreada ciudad, tenues, oscuras y nuevamente tenues pero ésta vez en movimiento se difuminan entre cada edificio de cada calle haciéndose tentadoras y a veces atractivas. Caminando, sin camino detenido en el centro mirando el anochecer estoy. Mirando los pasos de la gente estoy. Parado, inmóvil e inmerso en el tic-tac monótono de los segundos en los que observo los pasos de la gente estoy. Pero ésta vez me muevo, de repente mis pies comienzan a tambalearse y a generar su propia corriente para crear huellas vacías; ésta vez salgo del trance y de la monotonía anterior para caer en la siguiente, comienzo a avanzar y a sentirme cautivado por el movimiento hipnótico de las calles de Santiago al momento de anochecer, poco a poco, lentamente. Los personajes ésta vez son totalmente diferentes que en el día, la homogeneidad de las caras y el constante movimiento de los pasos atiborran de silencios las luces que se difuminan entre cada edificio. Ésta gente en sus ojos no tiene brillo particular y aparentemente lucen extrañamente vacíos por dentro, de la misma forma que una hoja de otoño arrojada en la acera o una planta cualquiera moviéndose al compás del viento. 
No escucho mayores ruidos ni veo grandes formaciones, no siento mayor alegría ni menor tristeza, no distingo lo bueno de lo malo, ésta vez en la ciudad todo se transforma en una ameba que deambula sin sentir ni avanzar, sólo está ahí moviéndose sin rumbo, sólo está como yo estoy, sólo estoy como ésta está; Nada.

Nada, no siento nada mirando la nada pero debo admitir que el silencio me atrae y cautiva, me hace danzar dentro de la misma soledad que siento bajo estas luces semi-amarillas olvidando por completo que nadie está (ni estará) allí. De vez en cuando la ciudad camina junto conmigo hacia algún parque para fundirme en un paisaje desconocido, de vez en cuando sentado en alguna fría banca de fierro verde recuerdo que soy una figura omnisciente del silencio y un personaje de algún recuerdo tal vez lejano y ya olvidado, de vez en cuando miro la herida de mi brazo que describe mi corazón ensangrentado en una frase suicida, de vez en cuando mis ojos se empañan con agua y las luces se hacen más bonitas y el silencio se destaca aún más en lo profundo. La nada de la nada dentro de un todo en donde no hay nada. Ese soy yo sentado ésta vez en una fría banca de fierro verde, no sé qué ni a quién espero, no sé por qué espero ni menos sé por qué me embriago tan rápidamente con movimientos tan hipnóticos, como pasos y miradas vacías. No siento mayor alegría ni menor tristeza, sólo voy desapareciendo poco a poco en el vacío que expongo en mi mirada, en el vacío que siento de la esencia, en el cigarrillo que acabo de pisar al terminar. 

Cigarrillo en mis manos perfume entre mis dedos. Vuelvo al letargo del camino pero ésta vez ciego ante perfumes heterogéneos que iluminan las huellas que voy dejando atrás, cada perfume (muy diferente el uno del otro) esconde la historia de su autor, cada perfume me envuelve de distintas sensaciones: Asco, repulsión, amor e interés. No distingo las unas de las otras pero me es fácil alejarme cuando éste hace picar mi nariz. Ésta vez he sentido algo distinto. Ésta vez he sentido algo tan distinto al resto que me resulta tan familiar como el vacío en mi mirada. Hace mucho tiempo me pasó lo mismo y ya convivía con aquél silencio que tanto me caracteriza, hace mucho tiempo me pasó exactamente lo mismo y mis ojos reaccionaron de la misma manera: Caminaba ya más de prisa saliendo del subterráneo queriendo respirar y sentir un poco de aire, continúo con el ritual de observar los pasos que la gente despecha una y otra vez, continúo mirando las luces tenues semi-amarillas cuando un puño golpea mi rostro; Aquél perfume, aquél maldito perfume que tanto amaba se hizo presente en el mismo lugar que hace ya mucho tiempo. Inconsciente y totalmente embriagado comencé a buscar al portador de la esencia, inconsciente y destruido busqué y caminé por horas sin dejar de oler y masticar esas partículas que ya antes había devorado. Me detuve y la razón fue la que abrazó mi pena. No seguí y la luz verde del semáforo ya teñía aquella mirada perdida que adornaban mis pestañas. No supe qué hacer más que tomar mis propias manos para detener el temblor que en ellas se sentían. Sólo caminé y caminé mezclando colores en las huellas junto a  penas y odios, odios que conllevan a la pena y el perfume, ese perfume que sólo terminó destruyendo lo bueno que alguna vez hubo en mi. 

Erase una vez  en una ciudad con luces tenues y oscuras, en una ciudad nocturna adornada de movimientos monótonos e iguales en donde a veces existen frías bancas de fierro verde perdidas entre árboles: un yo inmortalizado por pasos en vano y descoloridas huellas aplastadas por el silencio de mis ojos vacíos. Un yo que viaja a su casa y tiene una aventura fantasiosa, un yo estancado en la nada de un todo, sólo un yo, perfumado y maldito, pálido de sensaciones y con esencias incoloras dolorosas. Un yo que acaba de apagar su cigarrillo para intentar continuar el camino. Intentar, otra vez.

8.11.12

59.

Dentro de la vida existen muchas etapas las cuales también se dividen en etapas, éstas etapas también están divididas por etapas que son procesos de varias otras etapas ya avanzadas, pero, al retroceder cambian las etapas y aumenta la dificultad. Presione OFF. Vamos otra vez.
Sí, sé que me pierdo entre tanta teoría absurda que construyo para satisfacerme a mí mismo, pero qué más da, me gusta llenar los espacios vacíos con mierda para no acumular tanta materia que a finales me hará daño. No sé por qué, prefiero así, creo que estoy mejor así, creo que soy mejor así.... No lo sé. Últimamente me he cuestionado y he puesto en duda mis procedimientos, dudo haber errado en algo sólo es que ya nada me llena como quisiera satisfacerme, ya nada es lo suficientemente atractivo para que me cause sorpresa, siempre es lo mismo con distintas personas: Palabras que conllevan a una cita, una cita que conlleva a un par de tragos, bastante risa y un poco de contenido entre conversaciones (interés), luego a la cama para después vestirse y regresar a casa. Posterior a eso me aburro y como prostituta hago pasar al siguiente candidato. Mismo proceso, diferente persona, misma mirada, igual sexo. Sin orgasmo. Acabar, limpiar y volver a empezar. 
Ya la gente no trasciende después de la cita o la cama, termino aburriéndome tan rápido como film latero de Tim Burton, creo que los detalles carecen de detalles y las miradas carecen de brillo. Admito que no me falta  gente para satisfacerme, todo lo contrario, pero ya la monotonía de jugar con ellos para saciar mi ego ya se tornó aburrido. No sé si quiero a alguien que trascienda, en todo caso, no sé si quiero conocer a alguien que  después del sexo me haga sentir "algo". Quizás existe un escalafón tan alto que nadie podrá alcanzar, o quizás el escalafón es tan simple que todos se esmeran en reproducir e intentar ser mejores; Fracaso. O sea, yo no fracaso porque siempre soy el que gano, ¿saben por qué?, porque la verdad no me deslumbran. No me siento despechado ni contengo un odio hacia el mundo que me inquiete ni perturbe, no soy (tan) misántropo, ni tampoco espero que el "amor de mi vida" vuelva hacia mí otra vez (ya perdí las esperanzas, debo admitir), sólo que ya siento que es tan absurda la rutina de conocer a alguien que al final todo termina siendo una pérdida de dinero y a veces tiempo. Avanzar.

Siento que pese a todo he estado bien, siento que recordar gráficamente aún sigue siendo un hielo en la espalda, pero a pesar de todo estoy de pie, cada vez me siento mejor conmigo mismo tal y como un buen abrigo en invierno, o como una prenda que te haga lucir más delgado (que por cierto, estoy más delgado). Soy cada vez mejor en algunas áreas y espero mejoras otras. La perfección si existe chicos, cada día es un paso hacia ella y yo ya me puse en camino, cada meta cumplida es un salto. Ahí estoy yo, en camino, sé que llegaré pero no me apuro aún. Quizás algún día elimine mis propios escalafones, quizás algún día aquella mancha de vino tinto salga de mis pensamientos y ya no te sienta, pero lo que es seguro que no te extraño, sólo extraño cómo me sentía cuando estaba contigo.
Acabar, limpiar, volver a empezar... Avanzar.

29.9.12

58.

Una vez hace no mucho tiempo una chica le dijo a mi pena: "tú no puedes seguir llorando, tú no lloras más. Es obvio, ya todas las lágrimas que derramaste fueron suficientes, fueron todas, todas y cada una fueron todas y ya no quedan más". Eso no me hizo sentir mejor pero creo que tranquilizó aquella tristeza que lucha por exteriorizarse. Le encontré razón y sólo he llorado en casi-ninguna ocación.
Dicen que el tiempo es el que cura las heridas, yo pienso que el alcohol de forma desmesurada es el que poco a poco ahoga cada milímetro de los infinitos centímetros que heridos habitan e infectan "lo que queda de mi". Quizás sea una manera patética de abordar la vida y sin duda lo es, pese a ello admito que entre cada vómito derramado una partícula de dolor cae por el escusado.

Mi corazón está cansado de bombear la sangre que cada vez más fuerte aquél músculo distribuye por mi cuerpo al momento de aparecer aquella imagen tortuosa en mi cabeza.

Mi corazón está cansado de bombear aquella sangre contaminada de eso que llamamos vulgarmente y tan descuidadamente "amor".

Ya no hay lágrimas pero a veces se extrañan; aquellas eran el único desahogo que tenía, hoy por hoy sólo tengo palabras tan trilladas y dolorosas que tengo el deber de escribir aquí.



28.9.12

57.

Prefiero ante bombas el silencio, discrepo con las palabras cuando sólo destruyen lo poco que queda de una persona.
Simplemente creo que hay personas que lucen mejor entre recuerdos brillantes que en realidades llenas de zarzamora (sí, pinchan fuerte).

Mi ego se destruye cada vez que recuerdo lo que no tendré nunca más, cada vez que siento las frases que escribo. Sólo soy palabras, sólo soy frases encuadernadas, sólo tengo mi frío ego.

23.8.12

56. Cielo Glamoroso

Cielo glamoroso. Días gloriosos. Así se define cada gota que se desliza por entre mis pómulos fríos, así se caricaturizan aquellos pasos inertes que doy de allá para acá y de allí para allá. Es innovador, -la lluvia me hace feliz en un modo extraño. Sonrío. Sigo caminando y mis pasos siguen siendo inertes, siguen siendo parte de aquél momento, de aquél agosto lluvioso, de aquellos días glamorosos de lluvia, sólo lluvia, sólo silencio, nada más que eso, sin extrañar el sol ni las hojas que caen.
No me detengo en ningún momento pese a tener ganas de hacerlo, no me paro en medio del centro a sentir el agua caer en una sola línea recta, quiero hacerlo, no quiero llegar a casa, sólo quiero silencio, no quiero palabras, no quiero miradas, no quiero ladridos, no quiero palabras. Me mojo. Mi chaqueta de gamuza está empapada, ya el color "vino" es más oscuro al igual que el paisaje, sólo veo luces danzar, sólo me veo a mí mismo caminando inerte, me veo a mí mismo pisando las posas de agua sin intentar evadirlas. Mis zapatos son grandes y no se inundan. Sonrío. Camino y camino. Pienso y camino, en realidad no pienso, sólo siento y siento que estoy solo en aquella calle húmeda, no me molesta, sólo no quiero llegar a casa. A veces la gente se humedece y se pudre, a veces siento que me he preocupado tanto por evadir la soledad que pensar en ella misma me reconforta, anhelarla me reconforta; quizás ella sea la única mejor compañía, yo mismo soy la mejor compañía y no me molesta, sólo camino inerte bajo la lluvia, ésta vez las personas pasan como luces en un semáforo; tan irrelevantemente coloridas, tan ridículamente alegóricas. Es avasallador, son avasalladores, pero no me molesta, sólo son gente, pienso que deberían disfrutar la lluvia y la soledad, no es tan malo después de todo sentir compasión por uno mismo, el ego nos mueve, el ego nos condiciona, sin ego no disfrutaría la lluvia, sin ego me preocuparía de las personas, sin ego no sería yo mismo, sin ego no usaría bigote. 
Hoy el Cielo Glamoroso se estanca tal y como me gusta, hoy no caen rosas rojas, sólo está gris e inerte, sólo está cubierto y húmedo en agosto. Hoy soy palabras, mañana seré nuevamente el chico del bigote, hoy soy todo lo que dicen de mi, ya que, sólo me compongo de palabras incoherentes y vacías, no me molesta, sólo camino bajo la lluvia tranquilo, nadie me conoce y espero que nadie logre hacerlo, estoy tan encerrado en mi amor por la lluvia que las palabras no llueven, sólo se deslizan y caen rápido, no son bonitas, ésta vez parecen rosas; son reales pero no viven más de un día, luego se dejan de lado.




¿En qué minuto dejó de importarme tan poco la gente?, ¿en qué momento del día comencé a amar más mi soledad que el deseo de evadir la realidad?. Ésta vez no sonrío, sólo disfruto la lluvia, sólo tatúo mi brazo marcando los recuerdos con una frase suicida. Muerte. Amor. Muerte otra vez. Ya no hay tanta lluvia que distraiga mis pensamientos ni tanto amor que se manifieste entre mis letras, no caen las suficientes partículas de perfume que pueda masticar, ya no hay tanto silencio pese a que eso es lo que necesito. Cielo Glamoroso.



Ya mis días son incontables. A veces pasan rápido y el otro se detiene, mientras que el siguiente o subsiguiente es fugaz y ligero. Un, dos, cinco, siete. Tres, seis. No hay orden, no hay sueños, no hay anhelos, sólo días en los que escapar es necesario, donde adornar mi pálido rostro con lluvia es más trascendente. Donde desarmar mi peinado "a lo James Dean" con el viento es más cautivador que el mismo hecho de hacerlo. Vuelvo para desear irme. No hay nada malo acá, la comida siempre está caliente y mi habitación con la neblina habitual. Mis pasos son más veloces pese a que no quiero seguir, sólo quiero detenerme, disfrutar la lluvia. La comida está caliente y me esperan. Yo sólo quiero caminar, yo sólo quiero desquebrajar mis ojos en silencio, contaminar mis pulmones y seguir, tal y como lo he hecho por meses, sin importarme nadie. Yo. Siempre yo. Sólo yo. 

¿En qué minuto la gente se volvió tan irrelevante?, ¿en qué minuto me volví tan desagradablemente solitario?. ¿Por qué perdí mi bigote?. 
Siempre habrán preguntas que no tienen respuestas, siempre habrán minutos en los que prefiero estar solo. Nunca hay que confiar en los muertos (experiencia propia), nadie debería hacerlo, el ego no lo permite. Nunca habrán silencios acompañados ni soledad triste. Mi bigote crecerá en algún momento y la herida de mi tatuaje sanará aunque su significado realmente diga lo contrario. Vida. Sonrío.
No estoy triste, no soy triste. No busco que me entiendan ni que me acompañen, sólo busco silencio. Sólo busco que las palabras de "Las Olas" (V.W) no me lleguen tanto. No estoy triste, sólo estoy muerto. Sólo camino bajo la lluvia en un día de agosto que no pasó tan de prisa, un día de agosto que no tuvo mucho que contar, un día de agosto húmedo bajo un Cielo Glamoroso.





12.7.12

55. Vivir (para) Siempre

Ya los días difieren los unos de los otros, las palabras sólo son silencios que ocupan espacios vacíos dentro de aquellos instantes en los que estoy recostado junto a la excelente y única compañía de mi amado y solitario cigarrillo. 
He visto la poesía de la lluvia durante estos días, he visto las siluetas que merodean los alrededores de los "bosquejos de gentes" que sustituyen a las personas (en sí), sólo entre la lluvia las partículas de miedo se ahogan y esconden; Ya quizás no tenga tanto miedo, ya quizás no tiemblen más mis manos, pero la lluvia en mis ojos aún sigue latente y esporádica, fría y silenciosa, catastrófica y tranquila, tal y como en la ciudad en la que caminan mis pies. 
He escuchado canciones que me describen, he escuchado canciones que me pasan a llevar (sin querer), he bailado con lágrimas en mis ojos pero con una sonrisa que pocas veces se detalla entre mis labios, esa sonrisa que quizás en qué cigarrillo habrá quedado estampada y drogada, quizás entre las mismas canciones que llegan y se van, quizás entre las mismas siluetas que vienen para irse, esas siluetas que no importan realmente, son tan poco trascendentes y tan poco innovadoras que no ocupan tanto espacio entre mis letras. 

No sabría cómo describir sin caer, no sé cómo caminar sin recordar, no sé para qué esperar la belleza de las hojas tristes o las mariposas blancas (otra vez); Sólo las veo y trato de no sentir, de no mentir. Es bien difícil, la verdad, es bastante complejo imaginar. No quiero, por Dios que no quiero (no creo en Dios). Lamento haber llegado porque ahora debo irme.
Escuché tu silencio días atrás, habías venido, admito que pretendí no escuchar, quise no escuchar, quise no ponerme de pie y caminar hacia ti que no eres silueta, quise escabullirme entre mis sábanas para aunque sea para verte a lo lejos, fingí, como llevo haciéndolo desde hace meses, fingí; quiero demostrarme a mí mismo que puedo ser fuerte aunque sea de cartón, fingí que no me importaba y me obligué a dormir, quise saber que estabas ahí para no verte, sólo me aferré a la almohada como un niño lo haría, es imposible. Vivirás para siempre:

 "Tal vez nunca seré todas las cosas que quisiera ser, pero ahora no es momento de lamentarse, ahora es el momento de encontrar el porqué. Creo que tú eres igual a mí, vemos cosas que ellos nunca verán. Tú y yo vamos a vivir por siempre."*

Quizás no sientas lo imposible que se me ha hecho soñar con lo posible, quizás ni yo mismo he abandonado las ideas de soñar, pero creo que la lluvia se está llevando todas aquellas hojas muertas que solía recoger y atesorar.  No me gusta soñar, no tengo sueños aunque una vez leí entre tus labios, atravesando tus dientes que no hay lugar para soñadores. 
Lamento haber llegado porque ahora debo irme. Sólo quiero volar.


                               


* (Live Forever - Oasis)









31.5.12

54. Pastilla

... Sé que es complejo el volver a sentir mientras aún se siente algo más fuerte, es difícil y al principio me resignaba a que no quería "traicionar" ese amor que ahora era un vacío con un eco gigante. Lo sé, quizás tuve alguna vez la esperanza de volver a llenar ese hoyo con lo que antes alguna vez hubo, tuve alguna vez aquella absurda ilusión de que todo volvería a ser como antes. Obviamente nada de eso pasó y no me siento decepcionado de ello, todo lo contrario.
Han pasado ya cuatro meses en los cuales siento que he crecido bastante, lo que sentí aún lo siento sólo que ya no me es trascendente en el presente ni tampoco interfiere en mi constante deambular por los días, salvo uno que otro instante en el que imágenes llegan, olores aparecen y el sentimiento florece con algunas lágrimas, pero ya no es constante, ya no estoy triste, ya no estoy mal.

Hoy me llamo tranquilidad y sigo caminando en silencio, me agrada cubrir mi mirada a través de aquellas gafas que tan bien se me ven, me agrada ir paso a paso con mi vida e ir progresando poco a poco. Mi vida académica está progresando; Mis notas están mejorando bastante de la misma forma que lo que absorbo, mi opinión es aún más crítica y quizás hasta más conservadora frente a la vida (jamás desenfocando mis ideales, sólo madurándolos). Creo que voy bien, voy avanzando bien, voy tranquilo pero voy muy seguro de lo que estoy haciendo, cada vez amo más lo que hago pese a haber pasado por una etapa de desmotivación en la cual mi rendimiento era totalmente mediocre. 
Sumándole acontecimientos de la Universidad a esto: Conocí a alguien que me ha hecho aprender más de la vida y mirarla con ojos más jóvenes e inocentes, incluso me siento partícipe de su proceso de formación académica de la difícil adaptación del primer año. Es bastante interesante esta nueva etapa ya que pese a sentirme algo inseguro, en poco tiempo ésta persona ha logrado enternecerme a tal punto de que ambos nos dijimos al mismo tiempo -con miedo- "te quiero". Es agradable y cálido volver a sentirse así. No miro con despecho o reproche los meses anteriores, sólo miro hacia adelante sin importar lo que pase después, sólo rescato una frase que ésta persona me dijo hace poco tiempo: "Es bonito verte reír" . 

Sé que es complejo volver a sentir algo siendo que ya hay un sentimiento previo por un fantasma del olvido. Pero nadie ha estipulado aún que el sentir humano sea básico; Es complejo pero no menos interesante ni menos importante. 
Han sido bonitos días y grandiosas semanas en las que ya no tirito al momento que en clases me nombran para decirme alguna nota, todo lo contrario. Bonitos días y excelentes semanas en las cuales un beso ya no era sólo esperando algo sexual y banal para luego fumar un cigarrillo y despedirse para no volver a verse. Bonitos días y grandiosos meses en los que he estado con mis amigos cada vez afiatándonos aún más, siempre estamos los unos para los otros en las malas y en las buenas, somos un círculo cerrado y me agrada que así sea, sin ustedes habría sido (más) difícil todo.

Y lo sé, es bonito verme reír otra vez.



Edit:
Sensaciones que sólo duran una semana, un cigarrillo consumido o la extensión misma del invierno. 

2.5.12

Cuando era feliz escribía de forma más triste
 que ahora que realmente estoy deprimido.
-D.L-R

1.5.12

53. Imagen

...de repente fue cuando el cielo dejó ver todas aquellas nubes que decoloraban el mismo color celeste que minutos antes lo adornaba, fue cuando veía imágenes que transitaban frente a mi en ese preciso segundo del mes de Abril. Imágenes que se volvieron incoloras, inertes y uniformes. Estaban en ese momento en el lugar que deberían haber estado, sólo deambulaban sin mucho que hacer y sin mucho dónde mirar (sin mucho que pensar ni que sentir), así como un cadáver en un cementerio vacío o un caballo galopando libre en el campo. 
     Las nubes se pintaron de agua y ya el paisaje no fue la misma máquina que hace segundos muertos, las hormigas se escondieron caminando en filas y los perros contando las gotas que caían. Yo estaba parado ahí mismo, estaba ahí, sabía que estaba ahí o por lo menos eso es lo que recuerdo porque también caminaba solo sobre un asfalto que adornaba el vacío, caminaba a no-sé-dónde pero recuerdo las sensaciones de cuando todo sucedió, recuerdo de haber acariciado mis esqueléticos dedos con el afán de entibiarlos para coger un cigarrillo de mis paquetes y humear como locomotora en el invierno mientras avanzo por los solitarias y mojados espacios de por acá.


Una lluvia de colores pintaban las luces que sigilosamente comenzaban a salir por la tarde, las gotas seguían cada paso amorfo que empapaban mis zapatos negros mientras que ni yo mismo sabía dónde ir en esos momentos. Sabía que caminar era la solución para evadir aquellos lapsos de silencios que en mi mente resonaban con más frecuencias, cada vez eran más fuertes e hirientes. Sabía que la lluvia de alguna u otra forma limpiaría aquellas lágrimas secas que impregnadas estaban dando forma a mis ojeras. Sabía que en esos momentos las palabras de la lluvia susurraban conceptos que aún no conocía, conceptos que con el tiempo he ido aprendiendo, conceptos que me han hecho sentir mejor. La lluvia coincide siempre con mi ánimo; coincide siempre con mi descolorido aspecto o el carente aroma que desprende mi mirada pese que mi esencia jamás nunca desaparece.
Ya la tarde comenzaba a avanzar mientras que daba cuenta de lo lentos y escasos que fueron mis pasos, disfruté la estabilidad de la imagen, la quietud de la inamovilidad y ahí fue cuando de repente comencé a hablar y el silencio se tornó incómodo y monótono, ya el momento se había alejado y fue cuando el trayecto de la puerta a la salida de mi casa perdióse distancia y relevancia como una minúscula gota pegada al pasto.

28.3.12

52. Hubiese.

Habría preferido que mis palabras te hicieran sentir incómodo y me las devolvieras con aquella mirada odiosa y cansada que te caracteriza. Hubiese preferido que no me hayas perfumado porque aún me siento embriagado con el aroma de tus letras.
Me siento tan estúpido pero no desconozco aquella sonrisa ridícula que en mi cara se tatúa. Mis labios sólo cometen el crimen del silencio pero aún así recuerdo tu boca susurrándome palabras junto a tu aliento con sabor a café y galletas. No sabes cómo te he recordado, sin parar, en este mes asesino. Entre silencios obscuros y los rayos del sol atravesando mis wayfarer. A veces te siento tan cerca y otras veces me haces tanta falta como un cigarrillo junto al café al desayuno. Te he amado desde que en tus ojos descubrí aquella chispa que me paralizaba y me decía "ahora sí", ahora que no la tengo lo sigo haciendo sin dejar pasar ningún segundo, ahora que tus labios sólo mastican las partículas de la quietud, de la responsabilidad y el estresante ajetreo de tu vida sólo me queda resignarme y olvidarte y dejar atrás aquéllos  sentimientos que bañaron mis sonrisas en los mejores dos años de toda mi vida.
No construyo mis pensamientos en base a ilusiones o utopías. Siempre he creído en la realidad de los hechos y que el poder de la historia lo determina el hombre. No obstante me contradigo de repente sintiendo aquella ilusión utópica en la que nuevamente te beso y te tengo en cada segundo. Sé que no será así y es claro que es imposible, pero como todas las utopías se caracterizan de imposibles me jacto de tener juicios inalcanzables.


Hubiese preferido que mis palabras no te hayan dado alegría aunque me alegré mucho cuando me lo confesaste. Habría optado por el silencio para ir de a poco desquebrajando aquél brillo que mis ojos admiran de tu mirada distante.
No estoy triste pero tampoco tengo ánimos de seguir luchando o de seguir amándote como nunca he dejado de hacerlo. 


Que tu perfume se desvanezca en mi piel y se esfume con el humo de este último cigarrillo entre mis dedos.

9.3.12

51. Carta a NADIE.

                                                                                                                                        10.03.12



Nunca he sabido cómo empezar una carta independiente a quién vaya dirigida ésta. Sean cartas académicas, románticas, familiares o hacia amigos. La verdad es que me cuesta extenderme tanto porque suelo ahogarme entre clichés baratos y vulgares.
He estado fuera del estress durante casi una semana en la que he vuelto a oler aquellos aromas verdes que me embriagan tanto como el vino mismo. He vuelto a observar aquellos trenes que sacan sonrisas e iluminan mis ojos mientras pasan por fuera de mi casa junto a la Estación en donde siempre en la noche veo la gente bajar o subir, gente triste, gente feliz, gente sola o gente acompañada, siempre ha sido así y siempre me he alegrado por las sensaciones que transmite cada personaje desconocido desolado y sentado dentro de un fierro antiguo que camina raudo por las vías metálicas. Volví a bañarme en las aguas del Bio-Bio que hace casi un mes atrás dejé botadas para conocer aguas extranjeras, la verdad es que extrañaba todo esto sin necesitar nada de aquello; Nada se compara a esto, ni siquiera el caribe, ni siquiera Cancún (en donde estuve).
La verdad, estos días me han servido muchísimo para claramente ver imágenes que creí jamás vería entre las lágrimas que me empañaban, incluso he pensado acerca de la utilidad de éstas en mi vida y en cómo no me sirven para nada, absolutamente nada (ya que no favorecen a nadie ni lograré nada), en cómo me ahogaba dentro de un sentir que en el presente no tiene sentido alguno de ser, que no vale la pena ni siquiera para redactar algo referente a ello (aunque sé que terminaré haciéndolo en algún punto de ésta carta dirigida a NADIE).

Nadie dimensiona mis alegrías cuando el tren se siente pesado y rápidamente atraviesa mi ventana sin sutileza alguna, moviendo cada partícula en ésta casa de madera que se encuentra inerte  en el tiempo y en el silencio. Esto me hace danzar e incluir un cigarrillo para continuar el ritual y disfrutar a concho cualquier emoción que en el momento pase por mi "corazón". Olor a árboles, vista al río, tren pasando sin sutileza, cigarrillo entre los dedos, cámara fotográfica en el hombro izquierdo y el querer retratar cada sensación que en cada segundo se hace completamente diferente a la anterior. Creo que me falta demasiado aún para hacer eso, pero creo estar bien encaminado, por último caeré en lo vulgar para fotografiar y luego redactar alguna carta o algún escrito aludiendo a lo que voy sintiendo -con afán de orientar a los lectores que nunca leen esto-.
No me siento más fuerte ni más maduro. No me siento más independiente ni menos enamorado. No me siento más grande ni más flaco. Estoy igual, soy el mismo chico que abandonó la ciudad para secar sus lágrimas y estar tranquilo entre árboles y entre silencios, estar tranquilo en el único lugar que amo dentro de la Patria que adoro. Soy el mismo, pero... ¿Qué ha cambiado en una semana?:

  No, no soy el mismo, pero aún así no me siento ni más maduro ni menos, más fuerte. Creo que como siempre sigo apreciando y atesorando cada momento que pasa por mis ojos con un afán de querer fotografiarlo, quiero darle olor a aquellos recuerdos que se encuentran pudriendo aquella sonrisa o aquellas ganas de "estar mejor", darle un color, también, verdoso y floreado que me recuerde de por qué estoy vivo en éste espacio tan silencioso y monótono. La verdad es que me he sentido bastante mal por no poder desahogarme como corresponde, de la forma clásica: Junto a un amigo y un cigarrillo; La verdad creo que es lo único que necesito, sólo eso. Me he sentido como creí que me sentiría estándolo: Solo. Es una horrible sensación y sólo tengo ganas de correr a la Universidad para así desenvolverme en lo que más me gusta hacer; desaparecer entre textos y palabras, desaparecer entre fechas y "hechos", desaparecer entre ideales y gente. Lo necesito bastante, aunque, no me quejo por estar acá ya que sé que durante el año no podré venir con mayor libertad tal y como hace una semana cogí el Bus a los minutos después de que el taxi me dejó en el Terminal.
Creo que al mirar el cielo pienso en la belleza de éste, me duele el no compartir aquellas imágenes que vagan por mi cerebro después de haber sido vistas a través de mis ojos. Me duele el no poder comentar acerca de lo grande que están los árboles o lo rica que está su fruta. Me duele no poder decir que mi ojo derecho está pésimo e hinchado y recibir algún consejo irrelevante (que obviamente no tomaré en cuenta) para sanarlo. O alguien que me diga "deja de fumar, mírate como estás". Son cosas tan pequellas que me da para pensar que siempre adorné mi vida con detalles; Siempre fue así. Siempre vi más allá de lo que nunca vi, siempre atesoré cada detalle que deslumbraba en la monotonía de un abrazo o un beso (sobretodo las miradas y las sonrisas). Afirmo, la verdad, que ya no me interesa recibir todo de nadie porque puedo guardarme a mí mismo dentro de cada huella que recorro, cada recuerdo que fabrico; Ahí estoy yo y no cabe nadie más porque no quiero que exista alguien más (soy egoísta y ególatra), creo que la soledad es una compañía bellísima que jamás te dejará solo. Esto no va ligdo a ningún tipo de sentimiento negativo, ni siquiera a alguna posible "depresión", al contrario, lo escribo entre sonrisas y me doy cuenta que estoy avanzando para mí mismo. Soltaron mi mano y supe cómo caminar pese a haber caído varias veces en el intento de pararme. Lo sé, es una realidad que me gusta y enorgullece asumir.


Ya falta poco para cumplirse un mes desde aquél fatídico día en el que nos dijimos adios. En el viaje para acá comenté entre palabras: "son tan pocos días para dejar atrás dos años" y es cierto, son muy pocos días, pero, tal cual como receta médica, primero es aquí y luego es darme de alta allá; Anhelo en demasía volver a estudiar. Me entristezco de repente, pero una caminata hacia el sur de la Estación y rodearme de árboles, cigarrillos, flores y trenes me hace sentir nuevamente vivo, no en una cantidad gigante ni exagerada, claro que no, aún tengo aquella herida que cuido para que no se infecte, es difícil pero creo va bien.

Qué días más extraños han sido estos primeros de marzo: El sol ha pegado tan fuerte que ha obligado a que nosotros camináramos al río que tan cerca de casa nos queda pese a que en las mañanas una chomba abriga mi cuerpo y me salva de no tiritar tanto mientras bebo mi café o fumo mi cigarrillo. Otros días el viento norte vuela nuestros quitasoles mientras que nos da frío entrar en la correntosa agua del Bio-Bio, no obstante, el agua pasa a ser parte de nuestro cuerpo y nos sumergimos igual. Hoy amaneció muy nublado y se mantuvo así por el resto del día, amo los días nublados y amo también el olor de estos; el aroma que emiten las plantas cuando el frío se hace partícipe de ellas. Es tan embriagante que deseo no dejar de sentir aquellas sensaciones jamás, sólo quiero hacerlas mías para por siempre porque es lo único que me ha hecho feliz durante la mi vida hasta ahora.



       Tampoco sé cómo finalizar una carta tan autoreferente como ésta, da igual la forma, da igual el método, sólo lo estoy haciendo de forma correcta. Estoy finalizando las cosas bien y me he dado cuenta de la inconsecuencia de las palabras, eso me ha ayudado a concluír una bonita historia con un "final de película". Las personas no son más que finales por ende hay que aprovechar el desarrollo antes del desenlace; Yo lo hice y ya concluí, nada queda más que la libertad de decir que quiero volver a sonreír solo sin ningún tipo de cadena que quiera arreglar un final que ya no puede cambiarse.

      Atentamente,

D.


2.3.12

1) Sebastián


                                                                       I                                                              


Él se veía bien. Sebastián se miraba en el espejo muchas veces antes de salir para sentirse seguro de verse bien. Él es un chico sin mucha autoestima pero se perfuma bastante. Hoy no sabía si salir con el bolso Armani o con una mochila desteñida, sólo sabía que quería salir de la habitación en donde todo olía al amor que perdió hace unos días, Sebastián quería despejarse un poco -contradictoriamente- llendo a caminar por el centro de Santiago. 

Salió de su casa ubicada en la comuna de Maipú, caminó inseguro al paradero donde pasaba la micro que lo dejaba en el metro mientras secaba constantemente su frente y se aferraba a su Armani con manos sudorosas y encremadas. Caminó un par de cuadras y se dio cuenta que había perdido aquella forma tan segura de caminar y que se había vuelto algo mecánico, algo fingido, algo de "querer ser" y no "seguir siendo", es complejo lo que Sebastián estaba sintiendo en aquellos momentos, una especie de taquicardia o una crisis de pánico, no lo sabía, pero su corazón latía rápido y con tanta fuerza como aquél pensamiento que se le pasaba por la cabeza. Por un momento, mientras casi llegaba al paradero y tiraba la colilla del cigarro al asfalto, sintió que caminando por el centro se toparía con Franco, que se abrazarían e irían a tomar un café, que lo vería por en alguna de aquellas calles que con frecuencia transitaban para juntarse, o para que Franco caminara junto a Sebastián al su trabajo. Tuvo esa idea tan latente que le aterraba que se pudiera hacer realidad, le aterraba la idea de ver a Franco con su caminar despreocupado entre la gente gris de la ciudad. Incluso llegó a recordar aquella famosa escena del film Closer cuando Natalie Portman y Jude Law caminan despreocupados e indiferentes por la ciudad hasta que se logran mirar desde lo lejos y avanzan encontrándose. Estoy seguro que Sebastián quería que lo atropellasen, pero aún así la frase "Hello, Stranger" sería reemplazada por "¡Cuidado estúpido!" (Franco jamás fue tan romántico para expresarse y eso fue lo que a Sebastián le gustaba, le excitaba a veces la dureza, otras veces sólo era indiferente a ello). 
Cogió la tarjeta "Bip" del bolsillo de su camisa y subió al taxibus que lo llevaría al metro. Hacía tanta calor que cuando eso pasa  los viajes de cinco minutos tardan dos horas; una eternidad entre las brasas de un metal hirviendo, sentía que la vida no podía ser más caótica que en esos momentos, por un segundo se despreocupó y sólo el calor invadía sus pensamientos, había desvanecido un poco ese deseo-no-deseo de ver a Franco en el centro. Sólo se atrevió a mirar por la ventana y escuchar atento a un bebé que lloraba, Sebastián pensó que le gustaría ser ese bebé por algunos segundos, luego sostuvo la opinión de que no le agradaría ser alguien que él mismo detestara -como en el caso de los bebés llorones-; Asintió como conversando con algún conocido.

Caminó galante sintiendo que estaba en una pasarela del infierno, el semáforo estaba en rojo pero los autos no avanzaban y la gente corría al otro lado, Sebastián sólo caminó, tomaba bien tan bien su Armani que se veía elegante y seguro, aunque lo que más le faltaba era seguridad, la elegancia es fácil fingirla en un mundo tan superficial y banal donde todos se creen superiores. Aún faltaba un semáforo pero en el instante cambió a verde para cruzar. Sebastián jamás ha entendido por qué la luz verde dura tan pocos segundos, ya a la mitad de la calle palpitaba el hombre verde para convertirse en rojo. Da lo mismo, estaba bajando las escaleras del Metro mirándose en todos los espejos sin descuidar ningún movimiento y viendo qué podía estar mal en él, quizás su peinado estilo 60s era lo suficientemente alborotado, el sudor hacía que aquellos cabellos ondulados se salieran del curso perfecto de los demás cabellos, pero era fácil arreglarlo sin que nadie se diera cuenta, eso fue lo que él hizo.
Como siempre la gente gris subía y bajaba en manadas las escaleras del Metro, era difícil transitarlas, en esos momentos anheló un poco de brisa fría o que su botella de agua estuviera casi congelada, se le dificultó tanto bajar por aquellos escalones que cuando lo logró se sintió aliviado de llegar al andén en donde cogería el "tren" al centro. Fue el primero en entrar y el primero en sentarse cuando éste llegó, lo primero que hizo fue beber un sorbo grande de agua y secarse el sudor de la frente mientras, por supuesto, se arreglaba también el peinado. Acto siguiente, sacó de su bolso aquél libro que tan fascinado y triste lo tenía, "Los Puentes de Madison County", ya estaba por el final, ya había llorado con el libro y recordando a Franco en algunas frases explícitas que estaban escritas para ellos. 

De un segundo a otro el viaje se hizo fugaz, entre las palabras del libro las horas se volvieron segundos cortos y ya estaba en la estación Santa Lucía. Aquí es cuando Sebastián ya estaba con el corazón en la mano, se bombeaba tanta sangre por segundo que ya realmente era una máquina de refrescos sirviendo un vaso grande. El corazón le latía al mil por segundo no-queriendo que Franco caminara por ahí aquella tarde. Salió por la entrada Norte del Metro y se dirigió rápidamente al jardín de la Biblioteca Nacional (era su sitio favorito en la ciudad, el único lugar que reunía todo lo que le gustaba; Un coche de tren, varios naranjos, las palomas y las hojas; todo era verde y tranquilo, todo estaba en su lugar). Se sentó en la misma banca en donde días atrás habían terminado con Franco; respiró hondo y recordó toda esa charla en la que cada palabra (pese a lo hermosas y acogedoras que fueron) destruyó parte de sus sueños y de sí mismo. Se sentó en el mismo lugar pero ésta vez en lugar de Franco estaba sentado el Armani ya ultrajado, Sebastián había sacado el paquete de cigarrillos, el encendedor y su libro mientras que al mismo tiempo observaba a la gente sentada en las bancas a su alrededor y la gente que caminaba de prisa por fuera de la reja que separaba el verde de lo gris de la ciudad. Buscaba inconsciente a Franco en la multitud mientras realizaba las demás acciones y disfrutaba su tan anhelado cigarrillo.Comenzó a leer sin distraerse, la gente murmuraba pero las voces de Francesca Johnson y Robert Kincaid eran más fuertes. Ellos se estaban despidiendo y nada más podían hacer, se amaron, pero luchar por aquél amor que los mantuvo felices por unos días era inapropiado ya que Francesca no quería destrozar a su familia. Las frases y las palabras pasaron rápido y por la cabeza de Sebastián pasaron los diálogos de la película interpretada por Meryl Streep y Clint Eastwood. Por unos momentos se sentía reflejado en "el último cowboy" (Robert Kincaid), sentía la fortaleza y la fuerza de Robert de querer luchar para no destruir lo que habían construido, para seguir amándose pese a todo, de vivir hasta los últimos días sintiendo aquél aroma que tanto embriagó desde el principio. Creo que Sebastián nunca entendió a Francesca y su deseo de no estar con Robert y seguir amándose como lo hicieron, nunca les faltó amor, quizás Sebastián sentía la misma impotencia, pero también sentía la resignación y asumía lo que pasaba. Una vez Sebastián dijo (después de ver por décima vez el film "Los Puentes de Madison County"): 
<<Siempre que veo el film tengo la esperanza de que Francesca abra la puerta del auto y se escape con Robert, es estúpido, pero esperaba expectante aquella parte e imaginaba a Francesca caminando entre la lluvia abandonando el caos para poder ser feliz como siempre lo anheló.  

Ya llegaba a la peor parte del libro cuando la gente seguía transitando por montones y varias horas habían pasado ya, no se había percatado que habían pasado como 60 páginas ya y los ojos se le humedecían cuando Francesca le dijo a Robert: 
"eres demasiado sensible , percibes demasiado bien mis sentimientos  como para hacerlo. Y yo tengo sentimientos de responsabilidad aquí. Sí, en cierto modo es aburrido. Me refiero a mi vida. Le falta amor, erotismo, bailar en la cocina a la luz de las velas y la maravillosa sensación de un hombre que sabe amar a una mujer, más que nada le faltas tú..." 
Ahí, desde aquél momento a las hojas del libro comenzaron a caerle pequeñas y tímidas gotas que atravesaban el cristal de los anteojos de Sebastián, sentía que las palabras las había escrito él hace unos días atrás, lo que vino después fue lo más desastroso entre sus ojos pardos, fue una frase de bronce que anheló correr a decírsela a Franco, anheló por un momento que caminara por fuera del jardín, se vieran y se saludaran cordial, pero en vez de decir "hola" quería decirle: 
"-Sólo tengo una cosa que decir, una sola; nunca volveré a decírsela a nadie y te pido que la recuerdes: En un universo de ambigüedades, esta certeza viene una sola vez, y nunca más, no importa cuántas vidas le toque a uno vivir". 

Un guardia se acercó a Sebastián pidiéndole que se fuera porque estaban cerrando. Hizo lo mismo con un grupo de estudiantes y una pareja que se encontraban sentados en las bancas siguientes. Sólo caminó, sin rumbo caminó. Recorrió inconsciente varias calles en las que Franco solía transitar con frecuencia, no miraba a nadie pero abarcaba un amplio cambio visual viéndolo todo. En todas las personas Sebastián veía algo de Franco, cosas tan banales como irreales, buscaba entre toda la gente invisible aquél perfume, aquella forma despreocupada de caminar, aquella mirada cansada y odiosa. Se sentía solo, por primera vez se sintió tan solo e indefenso como un niño que se extravía de su madre en un centro comercial, la gente no lo miraba pero él tampoco quería que lo hicieran. Su forma de caminar ya no era segura desde hace días pero la demostró aún más aquella tarde, era como un extranjero que visita por primera vez la capital o un ciego que no ve sus huellas. Por un momento no sintió nada, sólo miraba ampliamente, había olvidado por algunos segundos a Franco, había olvidado que lo buscaba y que habían terminado ya hace días, Sebastián lucía cansado y ya no pensaba ni sentía nada. Mientras caminaba sin rumbo alguno divisó a lo lejos una cara conocida, era un amigo de Franco que se llamaba de la misma forma, meses atrás habían estado vomitando juntos en el baño hablando de desamores y Sebastián consolándolo, eran dos desconocidos que se conocieron bastante bien ebrios, vomitando en el baño del departamento de Franco (en ese entonces la pareja de Sebastián). Se saludaron como viejos amigos que no se veían (aunque nunca fueron amigos realmente, sólo conocidos) desde hace años, conversamos de la vida y ahí es cuando a Sebastián le llega el golpe y aterriza súbitamente, en ese momento fue cuando recordó hartas cosas. Franco (el compañero de vómito de Sebastián) le preguntó si iría a ver a Franco al trabajo (estaba en la misma calle). Sebastián se limitó a decir mientras pasaron algunos segundos de silencio antes de responder: "Ya no estoy con Franco, terminamos", lo había olvidado porque aún no lo asumía (y creo que le costará demasiado asumirlo). La noticia le chocó y le preguntó las razones por las cuales habían roto, Sebastián fue sincero pero no dijo mucho, no quería que lo vieran mal porque no quería que a Franco le dijeran que estaba mal, quería que se conservara la mentira de que "estaba tranquilo, que podíamos conversar tranquilamente como si nada hubiese pasado", no quería que Franco supiera eso, así que se limitó a decir que todo estaba bien, no terminamos de mala forma y seguimos hablando (no mintió en eso). Bueno, el típico consejo vino después mientras que Sebastián sonreía. Habían conversado un buen rato cuando Sebastián le dijo que tenía que irse. Se abrazaron como los buenos amigos que jamás han sido y se despidieron de forma cálida. 

Ya estaba oscureciendo cuando en el "tren" se asomaban las señales de la noche. Creo que jamás disfrutó tanto un viaje en "tren" como ese, la danza de las luces de todo tipo de colores pasando a través de la ventana, las personas pequeñas caminando quedando atrás por la velocidad del transporte. Eran maravillosas aquellas luces tan ordenadas, tan diferentes, tan en su lugar, tan "en donde deberían estar decorando siempre". No importó que el "tren" estuviera lleno de gente y oliera a sudor de hombre en el vagón, se entretuvo viendo las luces y después mirando las clavículas de un joven que dormía frente a él. Sebastián siempre se ha sentido atraído por las clavículas. Estuvo un buen rato mirándolas sin que el joven se diera cuenta, además, tampoco miraba al joven de alguna forma insinuante, todo lo contrario, eran sus clavículas lo que estaba admirando.

El aire un poco más frío golpeó las gotas de sudor que en la frente de Sebastián se aferraban, estaba más cálido y el caminar a casa desde el Metro se hizo tranquilo.
 Pensó que debería salir más seguido.

1.3.12

50. En fin

No lloro porque te he perdido, no bebo para olvidarte ni menos sufro porque te fuiste de mi vida. Sé que estás aquí y sabes que estoy acá.
Pasé los mejores dos años de mi vida, aprendí el arte de los detalles, incluí en mi vocabulario palabras que jamás había usado tan seriamente y fielmente construí un "David" más "maduro". Me acuerdo que una vez me dijiste: "Es irónico como siempre tenemos consejos para el resto, pero nunca para uno mismo. Yo creo por eso la gente por sí sola no puede sobrevivir, necesita la compañía aunque sea de un enemigo". Aquellas palabras jamás dejaron mi cabeza, y creo que actualmente me son tan útiles como los recuerdos que juntos aprendimos a construir.


Jamás peleamos fuerte, jamás fuimos infieles a nosotros mismos, a nuestros sentimientos o a nuestra persona. Siempre fuimos uno solo y es algo que disfruté hasta el último día. Siempre te odié de la misma forma de la que te amé en demasía, fuiste el único que me descubrió al cien por ciento tal cual soy, el único que sacó lo mejor y lo peor de mi y creo yo haber hecho lo mismo. Fuimos los únicos seres transparentes que reían y lloraban como personas, como seres humanos que se han conocido desde toda la vida.


Hace días nos despedimos entre llantos mutuos, me dolió verte llorar, me dolió verte sentir culpa por algo que jamás hiciste mal, siempre fuiste bueno y jamás te he guardado rencor por nada, todo lo contrario, siempre he valorado tu forma de ser, inclusive cuando eras frío porque me dabas más espacio para demostrarte cuánto te amaba y cuán cerca estaba de ti. 


(Como diría Edith Piaf: "no me arrepiento de nada. ni el bien que me han hecho, ni el mal, todo eso me da igual". Es tan cierto entre cada letra el sentimiento.)


No te arrepientas por llorar que todo es un proceso, no te sientas solo porque no lo estarás jamás. Acordamos no abandonarnos pese a que en estos momentos me es casi imposible pensar en ti. Siempre fuiste un buen chico que nunca hizo nada malo. Siempre fui un buen chico que contigo estuvo en las buenas y en las malas. Sufrimos hambre y sufrimos frío, pasamos incomodidades tremendas en las que el silencio nos hizo crecer dentro de las situaciones horrendas que pasamos. Siempre estuvimos juntos, siempre tuviste un hombro en el cual llorar o un hombre con el cual desahogarte. Lo mismo yo, el estress en mis estudios era compensado cuando veía tus ojos o sentía tu cálido abrazo, aunque fuese una palabra despectiva, ahí estabas.


No quiero seguir llorando porque no te he perdido, pero me es inevitable el anhelar tu esencia en mi cuerpo, tus besos entre mis labios y tus dedos secando mis lágrimas diciéndome que todo está bien, que las hojas de otoño caerán como siempre y las recogeremos y obsequiaremos. Me cuesta seguir hablándote pese a que amo hacerlo, no quiero dejarte solo ni que te sientas solo, lo mismo yo, no deseo que aquella mano cálida que me hizo crecer en sobremanera me suelte para caminar por mí mismo. 


No dejaré de amarte, nunca negaré que fuiste, eres y serás el amor de mi vida, que serás el único hombre al que amé tanto como para escribir palabras tan llenas de dolor. Pero, pese a todo, te agradezco todo; Gracias por hacerme crecer, gracias por ayudarme a que me diera cuenta para donde iba mi vida, el enfoque de mi carrera, el amor a mi familia, el amor a mí mismo y mi autoestima. Te agradezco cada momento y cada hoja seca entre tus manos. Cada fotografía y cada paso que juntos dimos. 


La vida sigue, no me echaré a morir, pero lloraré y disfrutaré mi luto. Quizá suene masoquista pero no es lo que parece. Sólo quiero dejar de llorar llorando. Quiero dejar de sufrir sufriendo. Quiero seguir viviendo sintiendo. Hay que disfrutar cada proceso de la vida de principio a fin, la experiencia es hermosa, las lágrimas adormecen mis ojos.


Quiero dejar en claro que no estás solo, que yo estaré siempre que me necesites, sé que puedo contar contigo también; eso me hace sonreír mientras lloro, dejaré de llorar cuando éstas palabras terminen, dejaré de sentirme mal cuando ambos le sigamos sonriendo a la vida como siempre lo hemos hecho.






Éste fue el segundo 27 de febrero más terrible de mi vida, pero como en el anterior salí adelante en éste también saldré sonriente.

26.2.12

49. The Last Beat of my Heart

El alcohol no es fuerte cuando se tiene pena. El alcohol quizás sea indispensable para ahogar y aniquilar aquellas lágrimas que salen sin control cuando sientes que algo es inevitable, cuando algo ya no tiene vuelta atrás. Nadie niega lo patético que es, nadie puede verse tan glamuroso de esa forma aunque los adolescentes crean que así sea y difamen lo que no han vivido.
Creo que el pasado fue grandioso y bebo en el presente por el miedo al futuro, soy cobarde porque fui un niño que está soltando aquella mano que lo cuidaba y protegía, aquél calor que lo hacia sentir seguro y a salvo.                   
 .....Ahora estoy solo. 
Me veo bien, me visto bien, soy guapo y me arreglo demasiado para ir a comprar el pan. Nadie me ha visto desarreglado ni despreocupado jamás de mi apariencia. Sé que puedo conseguir a la persona que quiera y cuando quiera y siempre ha sido así. Nunca me han faltado las invitaciones a salir, pero yo siempre he dicho no porque siempre he sido fiel, no a las personas, sino que a mí mismo, a lo que yo he sentido, pensado y dicho; Fiel a mis convicciones políticas, sociales y personales. Jamás he decaído.


Ya ni sé lo que escribir, sólo escucho "The End of the World" de Skeeter Davis y me siento como Daisy Randone ("Girl, Interrupted") colgado en la tina de su baño, sangrando la desesperanza y colgado en la felicidad, ahogado de tranquilidad.  
Mi vaso de vodka se ha multiplicado por diez y ya no me quedan más palabras que escribir. Lo único que sé es que me voy de viaje, me voy al único lugar que logra hacerme feliz teniendo sólo cigarrillos y vino, desearía irme de viaje a cualquier lugar desconocido en donde sé que  sería feliz en compañía, pero las condiciones climáticas no lo permitirán por un buen tiempo.


Gracias a todos lo que leyeron este blog, aunque sea de pasada, sólo gracias por leer palabras delirantes pero jamás estuvieron vacías.

21.1.12

48. Human

El humano es lo menos humano si se da cuenta que quiere soñar porque no está dispuesto a volar, sólo está dispuesto a desaparecer en sí mismo y no dentro de la vida misma.
¿Quieres desaparecer y ser parte de la vida misma?. ¿Quieres sentirte completamente fuera de tí mismo sin dejar de ser parte de la maravillosa vida que nos rodea?. Te daré algunos consejos:

  1) Si sólo quieres relajarte no te desesperes porque la solución es muy simple; Primero mira  una luz blanca (una luz que no dañe tu mirar), luego recuéstate sobre tu asiento, sobre tu cama, sobre tu sofá, sobre tu colchón, en el piso, bajo un puente, sobre alguna superficie cómoda que tengas cerca o la que realmente tú sientas que es cómoda. Después de haber visto la luz por un rato no-tan-extenso cierra tus ojos y respira profundo... Inhala, exhala (sin abrir tus ojos en ningún momento). Cuando estés completamente relajado y con los ojos cerrados, tu mirada se pondrá completamente oscura y en ella verás manchitas claras, puntos por todas partes. Cuando sientas que ves esto no te desesperes porque no veas nada y te sientas un completo imbécil, sólo intenta imaginar que son estrellas. Quédate un buen rato mirando con los ojos cerrados y lograrás ver el cielo nocturno completamente despejado, verás muchas estrellas que girarán a tu alrededor o simplemente se quedarán estáticas junto a ti.

2) Si has tenido un pésimo día, si las voces del centro te saturan entre tanto blah-blah-blah, si el sudor no deja de caer por tu frente y estás a punto de explotar te tengo la solución. Sólo cierra tus ojos, bien cerrados y bien apretados, inhala y exhala una y otra vez en reiteradas veces hasta que logres calmar un poco esa casi crísis nerviosa o esa explosión a nivel Big Bang. Cuando ya te sientas levemente relajado (es casi imposible relajarse después de las situaciones que expuse) con tus manos  cubrirás por completo tus oidos, no escucharás nada, no oirás más a la señora que te ofrece calcetines a la moda o el mendigo que te pide monedas, no verás a los discapacitados tirados en el centro que te aterran ni oirás más opiniones de Piñera ni de la Concertación. Tampoco oirás los autos ni sentirás a los idiotas gritándole al celular en el centro (porque claro, no hablan). Cuando no escuches absolutamente nada y ya te hayas calmado lo suficiente de esa crísis de pánico que te inyecta el ojo y te provoca deseos asesinos... Oirás la playa, escucharás las olas romper en la arena, sentirás el sonido de ese viento fresco que te envuelve por completo en la playa, luego de la nada lograrás imaginarte en el mar, un fiel observador del vaiven de las olas, del vaiven del viento, de la rutina del agua mojar las costas. Cuando estés un buen rato en el mar será hora de que te des cuenta que estás tranquilo y calmado. A mi juicio es la mejor terapia (aunque no me gusta mucho el mar) ya que es la más efectiva contra los monstruos que llevamos dentro cuando queremos explotar.

Escucha el mar, ve las estrellas.

3) Cuando llegues a tu casa, te saques tus zapatos que por horas hacen palpitar a tus pies, cuando desabroches tu corbata o simplemente te saques esa camisa (o polera) sudada que se pega a tu cuerpo, siéntate. Bebe un vaso de agua bien helada. No, esa no es una solución. Lo que harás es sentarte en tu lugar favorito y prenderás tu ventilador, comenzarás a sentir esas frías brisas que limpian tus ojos de toda la contaminación de tu rutina. Ponte frente al ventilador y cierra los ojos, ponlo en máxima potencia y las brisas terminarán por envolverte en un mundo casi onírico al que necesitas llegar. Bien, ahora cuando tengas un tiempo razonable frente al ventilador inhala y exhala, también en reiteradas ocaciones (hey, todo esto sin abrir los ojos). Cuando estés completamente relajado te sentirás como viajando, te sentirás como escapando hacia ningún lugar al que quieres llegar, te sentirás como un niño sentado junto a la ventana que está abierta, sentirás que tu pelo se rebolotea con el viento y lograrás viajar a ninguna parte, lograrás sentirte como deseas.

No es muy difícil escapar, no es muy difícil darse cuenta que te tienes a ti mismo y puedes imaginarte cosas tan maravillosas con materiales que dispones desde siempre (excepto el ventilador, claro). Puedes ser humano si así lo quieres, puedes relajarte sin usar pastillas, puedes relajarte sin desahogarte con gente cercana a ti.

Asúmelo, eres grandioso porque eres persona y tú mismo puedes evitarte explotar.

8.1.12

47. Atentamente ... Yo.

El presente se queda viejo y el futuro aún no da a luz. Ya el último cigarrillo aún consume el presente, no tarda en acabarse bajo la noche profunda que oscurece cada minuto que pasa hasta que el séquito de las estrellas dance al compás del silencio.


Hoy la noche estuvo tranquila sin quebrantos dentro del ruido, la cama que era alumbrada por luz que provenía de la ventana se encontraba ordenada, los ángulos estaban perfectos dentro de las sábanas que calentaban a dos cuerpos fríos e inertes que juntos posaban sus partículas en la más discreta calma que pudiera haber tras haber cerrado los ojos masticando el perfume de cada uno, aquella boca que se llenó de ti ahora yace apagada, aquella boca que se llenó de mí, ronca sigiloso en mi pecho cobijando aquellos solitarios días en los que tan desesperadamente anhelé por aquella piel que protegía mis huesos del olvido, aquella piel que su perfume me enloquece completamente, aquella piel que me hace soñar el cielo en tu cara. 
Ya duermes y mastico las moléculas de esencia que dejaste entre mis labios, ahora descanso en el 'ahora' y más tarde querré nuevamente aquél ahora que se vivió en aquellos segundos, estoy seguro, estoy deseoso de verte a los ojos y reír sobre tu boca. Tocar tus dedos entre mis dedos mientras tu aliento penetra mi respiración. 
Te extrañaré, me iré a tierras desconocidas que sólo conozco entre mapas, me iré, conoceré el viento salado de otra ciudad, dejaré una huella en la arena mientras mis pies se bañan en la fría agua de alguna playa. Me iré a recorrer más caminos que el sol da a conocer con su luz, y estoy seguro que en todo y total júbilo estarás dentro de mis pensamientos.


Duerme. Sueña. Sonríe.


El presente se queda viejo y el futuro aún no da a luz, aún no. El primer cigarrillo de la mañana aún se consume dentro del presente, no tarda en acabarse para acortar los minutos que me quedan bajo el cielo de  ésta ciudad, se acabaron por hoy los momentos pero en nuestros sueños nos quedaremos en cada minuto que pase hasta que el séquito de las estrellas dance al compás de nuestros cuerpos.

7.1.12








El "Patrimonio Ferroviario" de EFE. "Las ruinas de la historia; Maestranza San Eugenio"

4.1.12

46. Nada

Ya no aguanto más la soledad que irradia por estos días, ya realmente me parece un sonido bastante molesto el silencio, el sonido monótono del inhalar y exhalar el humo del cigarrillo y el toser de mis pulmones negros. 
Creo que la gente es más ciega de lo que creí, creo que la gente es más inútil de lo que pensé. Ya en ésta ciudad a nadie le importa nadie ni  nada le importa nadie, no sé qué  pasó con la neblina de felicidad que cubría los momentos que eran reemplazados por esa neblina de smog que atrofiaba la mente de las personas y las transformaba en robots, bueno, cada día esa "neblina de felicidad" ya se dispersa con los fuertes rayos de sol y los robots se ven aún más brillantes con la luz del sol.

No sé qué pretendes, D., con un vaso de vodka cada noche, no sé qué quieres evadir alcoholizándote de tal manera que tengas que vomitar entre letras y frases tristes lo que estás sintiendo por dentro, gritar en silencio que te estás pudriendo y marchitando. No sé qué pretendes escribiéndole a la nada esperando nada a cambio (si sabes que nadie va a escucharte o leerte nunca), sólo obtienes el frío de la noche que relaja tus huesos y llama a lágrimas de desesperación, creo que ya tienes los ojos muy hinchados de tanto llorar las horas vacías.

No sé qué pretendo con esto, la verdad, quizás sólo desahogarme ya que nadie puede llegar a escucharme, el smog en sus cabezas es tan alto que el silencio abunda en sus oídos, un método suicida de escapar de todo sin abandonar nada, un instante autoreferente para sólo oír mi voz y escuchar aquellos pasos que deambulan por la casa, aquellos pasos que se sienten en la cocina y luego en mi habitación, pasos sigilosos y cautelosos, pasos silenciosos en busca de más alcohol al compás de la música de "Las Horas". 

La gente en esta ciudad se transforma en una ameba de mercurio, sólo ellos se pueden moldear a su antojo, sólo ellos saben lo que la felicidad significa tras un computador, un teléfono, un fax, y un billete. Las ideas son invasoras, los sentimientos atentan contra todo el paradigma establecido en su sistema económico, o lo que sea. No sé, no me importan, realmente. Pienso que únicamente soy feliz en mi campo, en mi ambiente, con mis ideas, siendo libre. Algún día necesitaré trabajar, lo sé, y aquí estaré para cuando eso llegue; feliz y preparado para no ser un vacío robot.